Diario de León

El Palacio del Conde Luna hace agua

Un artesonado con goteras. El edificio que lleva en pie desde el siglo XIV hace aguas catorce años después de la magna restauración que lo transformó en Centro de Interpretación del Reino de León. El espectacular artesonado gótico deja filtrar el agua. La solución ha sido colocar un vaso bajo la gotera.

El artesonado por el que se filtra el agua. DL

El artesonado por el que se filtra el agua. DL

León

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La restauración del Palacio del Conde Luna duró casi seis años, superó los cinco millones y medio de euros y no ha sobrevivido catorce años sin goteras. El excepcional artesonado , con los escudos de las familias de los Quiñones y los Toledo, deja ahora filtrar el agua. Un vaso de plástico impide que el goteo constante encharque una maqueta que reproduce el León del siglo XVI, obra de Juan Carlos Ponga . Desde aquella rehabilitación, el inmueble, que alberga el Centro de Interpretación del León Romano , no ha visto una obra de mantenimiento significativa. Si no se resuelven las filtraciones, la humedad podría provocar daños irreparables en el artesonado gótico.

En uno de los puentes en los que la ciudad recibe más turistas, el palacio muestra una imagen vergonzosa. El Centro de Interpretación del Reino recibe en torno a 10.000 visitantes al año. Un museo que el Ayuntamiento de León no ha sabido rentabilizar ni mantener adecuadamente.

El 4 de mayo de 2010 los entonces reyes, Juan Carlos y Sofía , inauguraban el palacio que ha tenido la vida más azarosa de la ciudad. Durante años estuvo en la Lista Roja de Hispania Nostra, donde ingresan los edificios que se hallan en peligro.

Los cielos de madera

En 2004, cuando comenzó la rehabilitación del Palacio del Conde Luna, se hallaron ocultos, bajo los falsos techos de las viviendas que ocupaban la parte superior del inmueble, decoraciones del artesonado y varias series de escudos de las armas de los Quiñones, Bazán, Toledo y Pimentel. La limpieza sacó a la luz alrededor de trescientos escudos. Dos de los artesonados se restauraron in situ , mientras que un tercero, decorado con motivos celestes, se retiró para permitir la rehabilitación de los elementos estructurales y se colocó con posterioridad.

Poco rentable

El Ayuntamiento no ha sabido rentablizar el Palacio del Conde Luna, El artesonado por el que se filtra el agua. dl que ahora tiene goteras

Miguel Sobrino González (Madrid, 1967), escritor, escultor, profesor en la Escuela de Arquitectura de Madrid y una suerte de moderno ‘enciclopedista’ del Patrimonio nacional, en su voluminoso libro Castillos y murallas afirma que el arquitecto del Palacio del Conde Luna pudo ser italiano, ya que el promotor del edificio , Claudio Fernández de Quiñones, fue embajador en el concilio de Trento y era un gran conocedor de la Toscana —un ejemplo de ello es el típico almohadillado inverso que se puede observar en el torreón renacentista—. No ahorra críticas a la restauración que transformó el inmueble en Centro de Interpretación del Reino de León. «Superó los límites de la restauración para entrar en la sustitución y la invención innecesarias», dice. «Es una intervención pésima. Se optó por meter piedras nuevas en la fachada con una torpeza terrible. Es una pena, porque es uno de los pocos ejemplos de arquitectura civil gótica».

El palacio fue declarado Monumento Histórico en 1931 y es propiedad de la Fundación Octavio Álvarez Carballo, que lo cedió durante 75 años en régimen de arrendamiento al Ayuntamiento.

El Palacio del Conde Luna estaba completamente destrozado en su interior y había sufrido numerosos accidentes antes de ser restaurado, como la explosión de una bombona en 1976 y el desplome del torreón renacentista en 1979. Fue sede del tribunal de la Inquisición, cárcel, funeraria y almacén de frutas. También existe una célebre leyenda sobre un fantasma, que atrajo el interés del programa Cuarto Milenio . En el año 1478, el obispo de León, Don Rodrigo de Vergara, enemigo acérrimo del tesorero de la diócesis, Fernando Cabeza de Vaca, le invitó a comer con la disculpa de hacer las paces, pero con la intención de envenenarle. Tras conseguir su objetivo, los familiares y amigos de la víctima persiguieron al obispo, que encontró refugio en la casa de Juana Enríquez, dueña del Palacio del Conde Luna. Cuando los perseguidores dieron con el prelado, le dieron muerte de forma violenta. Desde entonces, todos los extraños sucesos —y han sido muchos— son atribuidos al fantasma del obispo.

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