Diario de León

NÚMEROS 1

Juego, deporte y arte antifronteras

ANA HERNÁNDEZ GÁNDARA / Premio de la ULE, quiere crear una escuela basada en una pedagogía sobre la danza, el juego, el arte y la naturaleza.

Ana Hernández Gándara.

Ana Hernández Gándara.

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SUSANA VERGARA PEDREIRA | LEÓN
León

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Cree que el juego, el arte y el deporte son «lenguajes que traspasan fronteras». Y quiere hacerlo realidad trabajando en cooperación internacional, en ayuda humanitaria, en proyectos educativos a través del arte con personas refugiadas o en países que han sufrido un desastre natural o están devastados por la falta de recursos. Es el proyecto innovador y creativo de Ana Hernández Gándara.

Es graduada en Ciencias de la Actividad Física y del deporte, tiene dos máster, uno de la Universidad de León —en Actividad Física Creación, Recreación y Bienestar— y otro —en Innovación Educativa— de la Universidad Carlos III de Madrid, es Premio Extraordinario de la ULE y tiene en marcha varios proyectos de innovación educativa relacionados con el ‘aprendizaje entre iguales’, el juego, herramientas web para docentes y el uso de la performance como activador del aprendizaje. Dice que el ayudado, y mucho, su formación en arte dramático. «Me ha permitido abrir otras vías al ámbito artístico y escénico», apunta.

«Estamos en un momento importante de cambio, un cambio de paradigma en torno a lo social, lo político, lo educativo que me hace creer y confiar en que las cosas van tomando un nuevo rumbo», asegura Ana Hernández Gándara. «Creo mucho en la fuerza transformadora de la educación, la gran responsabilidad de las educadoras. Sin obsesionarnos en la simple adquisición de conocimientos y competencias curriculares, yendo más allá, hacia la empatía, solidaridad, generosidad, respeto, libertad, felicidad?, etc», añade. Tal vez por eso tiene dos frases de cabecera. Una de Mandela: «La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo». Otra de George Washington: «La educación es la llave para abrir la puerta de oro de la libertad». No cree que sea un sueño, confía en la fuerza de mucha gente para que se haga realidad. «Sintámonos responsables, seamos o no agentes implicados en la educación», insta.

Quiere crear una escuela basada en una pedagogía sobre la danza, el juego, el arte y la naturaleza. Ella, que ha competido en alto nivel, sabe del valor del «esfuerzo, la perseverancia, la constancia, el enfoque y la proyección de metas». Y de esa especie de fortuna en la vida que es que aparezcan «personas en la vida para enseñarte algo nuevo».

Que las dificultades se vencen también con solidaridad y conocimiento lo comprobó en su estudio sobre la influencia de la danza en el síndrome de Down. Una investigación-acción. El objetivo: mejorar la intervención docente con un programa de actividad física basado en ejercicios específicos de danza para mejorar el control postural de las bailarinas. Era reales, de carne y hueso. Integraban la compañía Danza y Discapacidad en Valladolid. En la investigación participaron siete adolescentes con síndrome de Down de 14 a 18 años.

«Los resultados indicaron que el trabajo muscular en el tren inferior y abdomen acompañado de un calentamiento específico de danza reducía la hipotonía e hiperlaxitud ligamentosa previniendo problemas posturales. El trabajo fraccionado de la pisada y del salto favorecía el aprendizaje y la posterior ejecución en las coreografías. El trabajo a través del espacio con líneas escénicas y trayectorias diagonales reducía la deambulación en la marcha. Y, por último, el trabajo sensorial a través de ejercicios de relajación mejoraba la conciencia corporal», resume Ana Hernández Gándara.

Trabaja como profesora en la Universidad Europea Miguel de Cervantes en Valladolid. Es profesora de juegos y habilidades motrices básicas y expresión corporal y danza. Cree que «todos tenemos un talento escondido».

«Sólo nos falta confiar».

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