Diario de León

Felipe VI se sienta con su padre en un acto público dos años después

El funeral en la abadía de Westminster y los reyes de España entre los invitados de las casas reales. RTVE / STRINGER

El funeral en la abadía de Westminster y los reyes de España entre los invitados de las casas reales. RTVE / STRINGER

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Dos años después, Felipe VI y el rey emérito volvieron a aparecer ayer juntos en un acto público. El protocolo diseñado por la Casa Real británica durante el funeral de Isabel II dejó una fotografía para la historia al colocar en la abadía de Westminster a los reyes Felipe VI y Letizia, Juan Carlos I y Sofía en el mismo banco. La última vez que se pudo ver una imagen similar —aunque no con tanto simbolismo— fue en enero de 2020 durante otro sepelio: el de la infanta Pilar, hermana del anterior jefe de Estado.

Desde entonces el escenario ha cambiado de forma radical. Siete meses después de aquella ceremonia que se desarrolló en El Escorial, Juan Carlos I abandonaba España rumbo a Abu Dabi y las relaciones entre padre e hijo han vivido desde entonces momentos complicados.

El mejor ejemplo es que La Zarzuela confiaba en que el protocolo británico evitase una fotografía incómoda. En un principio se especuló con la posibilidad de que padre e hijo estuviesen en lugares diferentes de la abadía. Se daba por hecho que el rey y la reina ocuparían un lugar preminente en la ceremonia, tanto por el hecho de que Felipe VI es el actual jefe del Estado como por las relaciones históricas y familiares entre las dos casas reales. De hecho, Juan Carlos I e Isabel II eran primos. No estaba tan claro dónde se colocaría al rey emérito y a Sofía.

A primera hora de ayer, todos los miembros de las diferentes monarquías que habían sido invitados al sepelio se concentraron en el Royal Chelsea Hospital, desde donde fueron trasladados en autobús hasta Westminster. Fue allí donde, según diversas fuentes, La Zarzuela habría sabido que tanto los actuales reyes como los eméritos compartirían bancada. Para evitar polémicas, el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, dejó claro que la representación oficial de España la ejercía Felipe VI.

Los cuatro estuvieron sentados en segunda fila, en la zona reservada para las principales casas reales de Europa. El rey junto a uno de los pasillos y a su derecha, por este orden, la reina Letizia, Juan Carlos I y Sofía. A la derecha de la reina emérita estuvieron los reyes de Noruega, Harald V y Sonia. Delante, Margarita de Dinamarca y su hijo Federico, los reyes de Suecia, Carlos Gustavo y Silvia, y los de los Países Bajos, Guillermo y Máxima, así como la anterior reina, la princesa Beatriz. En la bancada de detrás se ubicaron los reyes de Bélgica, Felipe y Matilde, los grandes duques de Luxemburgo, Enrique y María Teresa, así como Alberto de Mónaco y Charlenne.

La imagen de ayer tiene un profundo valor simbólico porque se trata de la primera vez que se ven en público desde que Juan Carlos I se instaló en Abu Dabi. Entre ayer y enero de 2020 hubo otro encuentro, pero tuvo carácter privado. Fue en el mes de mayo, cuando el emérito se desplazó hasta Sansenxo para presenciar una regata. La visita generó un profundo malestar en La Zarzuela, no por el hecho de que volviese a España, sino porque su reaparición estuvo muy alejada del carácter discreto que en un primer momento se le quiso dar.

Tras pasar unos días en la localidad gallega, don Juan Carlos y Felipe VI se reunieron en privado en La Zarzuela. También lo hicieron el domingo, cuando asistieron a la recepción oficial que se organizó en el palacio de Buckingham para más de 500 invitados. Acudieron por separado, fue un encuentro «cordial», pero del que tampoco hubo imágenes.

El funeral de Isabel II tuvo un último episodio ayer en el castillo de Windsor, donde la Casa Real británica organizó un servicio religioso de carácter privado. Al acto sólo asistieron Felipe VI y su madre, Sofía. La reina Letizia tenía cerrado con anterioridad un viaje a Nueva York para participar en varias conferencias de la asamblea de Naciones Unidas. Tampoco acudió el rey emérito, que declinó la invitación. Fue el punto final a un periplo calculado al milímetro. Una visita a Londres a la que padre e hijo llegaron por separado. Felipe VI lo hizo en un avión de la Fuerza Aérea Española y el emérito en un vuelo de una línea comercial procedente de Abu Dabi, donde ha fijado su residencia no definitiva.

La realeza despide unida

a la GRAN matriarca

Para encontrar una imagen parecida no hay que retroceder en el tiempo. No la hay. Nunca antes un acto oficial, léase coronación, enlace matrimonial o funeral, logró congregar a tantas cabezas coronadas, a reyes, reinas, príncipes, princesas, grandes duques, emires, sultanes y hasta un emperador. Naruhito rompió en Londres —como en su día hizo su padre a la muerte de Balduino, monarca de los belgas, en 1993— la tradición japonesa de no acudir a sepelios. Lo hizo acompañado de la emperatriz Masako, quien el día anterior no había participado en la recepción ofrecida por Carlos III en Buckingham, en el que supone el primer viaje al extranjero de la pareja desde que fue entronizada en 2019.

La realeza se unió y reunió para despedir a la matriarca. En el que parecía su eterno reinado, Isabel II llegó a forjar sólidos lazos con el resto de casas reales europeas, que en estos días de despedida han mostrado su respeto y admiración por la longeva monarca británica, entroncada además con varias de las familias reales con la reina Victoria como nexo común.

En sus 70 años de reinado, prácticamente no le quedó lugar del mundo por visitar. Ayer, en el adiós definitivo, los mandatarios mundiales la homenajearon con su masiva presencia en la abadía de Westminster.

Las familias reales llegaron en comitiva, con rostros muy serios y de luto riguroso, como fijaba el férreo protocolo británico. Y juntos ocuparon asiento en el templo londinense.

Margarita de Dinamarca, acompañada del príncipe heredero Federico, no ocultó su pesar por la pérdida de quien consideraba «una amiga». Cincuenta años celebra este año de su llegada al trono. Guillermo y Máxima de Holanda encabezaron la representación de los Países Bajos, junto a la princesa Beatriz, quien decidió renunciar al título de reina una vez dejada la corona. Los organizadores del funeral los sentaron juntos, como también hicieron con los reyes Felipe y Letizia y los eméritos Juan Carlos y Sofía, en un calco de la misa en recuerdo del duque de Edimburgo, marido de la reina Isabel II, en marzo de este año. Los reyes Harald y Sonia de Noruega y Carlos Gustavo y Silvia de Suecia coincidieron con los reyes de los belgas, Felipe y Matilde, que no se hicieron acompañar de los anteriores monarcas Alberto y Paola.

El único rey europeo que no participó en la despedida a Isabel II fue Constantino de Grecia, delicado de salud, que estuvo representado por su esposa, Ana María —hermana de la reina Margarita de Dinamarca—, así como por su primogénito Pablo y su mujer, la británica Marie Chantal. Llegaron junto al rey Simeón de Bulgaria. Otra casa real, sin trono, que acudió al funeral fue la rumana, representada por la reina Margarita y el príncipe Radu.

Tampoco Mohamed VI se desplazó hasta la capital británica, en su lugar lo hizo su hermano Moulay Rachid. Sí que estuvieron en cambio Abdalá y Rania de Jordania, quien compartió protagonismo mediático con la que está considerada por la prensa como la Kate Middelton del Himalaya, la reina Jetsun Pema, de Bután —el reino de la felicidad—, que acompañó al rey dragón Jigme Khesar.

Los príncipes Alberto y Charlene de Mónaco, así como los grandes duques de Luxemburgo Enrique y María Teresa y los príncipes herederos Luis y Sofía de Liechtenstein, completaron la lista de cabezas coronadas en la abadía de Westminster, en la que también se dieron cita el emir de Catar, Tamim bin Hamad Al Thani; el sultán de Brunéi, Muda Hassanal Bolkian, el príncipe heredero de Kuwait, Mishal Al Ahmad Al Jaber Al Sabah, el sultán de Omar, Haitham bin Tareq al Said, y el rey maorí de Nueva Zelanda, Tuheitia Paki.

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