Diario de León

Ingenieros y vigilantes insisten en que nunca se reflejó en los libros que hubiera incidentes peligrosos en el Pozo Emilio

El vigilante Carlos Conejo, ante el fiscal. DL

El vigilante Carlos Conejo, ante el fiscal. DL

León

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Durante la quinta jornada de la vista oral por el accidente del Pozo Emilio del Valle, que costó la vida a seis mineros el 28 de octubre de 2013, y lesiones a otros ocho trabajadores, los ingenieros y vigilantes que han prestado declaración han insistido en que en ningún libro quedó reflejado por escrito que se hubiera producido ningún incidente que hiciera temer un accidente. Han coincidido en que los valores y situaciones que se dieron en el taller siniestrado eran los normales en una mina de esa categoría; y en que nunca ningún trabajador manifestó que tuvieran temor por entrar a trabajar en ese taller. Y que además existían mecanismos suficientes para denunciar alguna irregularidad, incluso de forma anónima. 

Es la cuarta de declaraciones de los 16 acusados, y ante el retraso acumulado ayer la magistrada del Juzgado de lo Penal 2 de León decidió que las sesiones (que se desarrollan de lunes a miércoles) se celebraran también por la tarde. 

En el juicio oral de esta mañana comenzó su declaración el ingeniero técnico Jairo Gómez Bartolomé, subjefe de grupo en el segundo relevo. 

Han seguido en el turno de declaraciones Carlos Conejo Lombas, José Ramón González y Óscar Luis Dopazo, los tres vigilantes. Por último declaró el ingeniero José Marcos Ulecia. Los últimos sólo contestan a preguntas del fiscal, sus defensas y las magistradas.

17.50

Los abogados piden que las declaraciones sigan mañana, después de  una jornada que comenzó pasadas las 9.30 horas. La magistrada acepta.

Mañana miércoles se celebra la última sesión de la vista oral en la toma de declaraciones de los 16 acusados. Tendrán que prestar testimonio los cuatro que aún no lo han hecho.

17.30

El jefe del Departamento de Seguridad Minera explica cómo funcionaba y se organizaba la Brigada de Salvamento, formada "por los mejores mineros, trabajadores, mecánicos,...". Se encontraba en la zona de Santa Lucía porque era el lugar "más centralizado" con respecto a todos los puestos de trabajo de la empresa minera. No tenía retén de guardia, como ocurría en el resto de los grupos mineros. 

También había un plan de emergencia claro que establecía cómo actuar en caso de invasión de grisú, que no sólo está en las DIS y plan de labores sino que todos los años se aprobaba en este plan por la autoridad minera. Un plan de emergencias que contempla "todo lo que puede pasar en la mina". Y tiene un plan específico para invasión de grisú. 

Además se determinaron nuevas DIS aprobadas en agosto de 2013. Y se "formó e informó" a todos los trabajadores sobre ello. El ingeniero señala que "ante una invasión de grisú la única opción era la evacuación", y que "todos sabían lo que tenían que hacer y dónde tenían que ir". Además todos los trabajadores portaban autorrescatador, "que como dice su nombre es para rescatarse a sí mismo"; y existía suficiente número de estos epis. Además, había por toda la mina estaciones de autorrescatadores para que pudieran cogerse en caso de necesidad.  Y se revisaba su funcionamiento periódicamente. 

El día del accidente se utilizaron alrededor de 60 autorrrescatadores. Y todas las personas que estaban en la mina estaban formadas para utilizarlos. 

Por lo que se refiere a los metanómetros, había alrededor de un centenar a disposición de los vigilantes y trabajadores, que se calibraban periódicamente en el Departamento de Control Ambiental. Y se formaba a quienes los portaban. 

La mina contaba también con alrededor de 7.000 sensores que daban datos de metano, monóxido de carbono y velocidad del aire 24 horas al día los 365 días del año. 

"Es imposible que alguna de las víctimas no supiese cómo utilizar los autorrescatadores, eran mineros experimentados y todos los años recibían formación", señaló Ulecia; y todos habían pasado el control médico. 

A pregunta de la jueza, señala que el ventilador principal de la explotación se revisó el 26 de octubre, dos días antes del accidente. 

17.15

El responsable de seguridad y salud laboral de la empresa explica la organización de las responsabilidades en estos campos en la Hullera Vasco Leonesa, y la comunicación con los directores facultativos de las distintas minas. Además de las auditorías externas que se llevaban a cabo (por parte de Aitemin y de Laboratorio Madariaga, oficiales) periódicamente para garantizar el cumplimiento de la normativa. 

16.45

Comienza la declaración de José Marcos Ulecia Román. Declarará al fiscal, su defensa y la jueza. 

Es ingeniero de Minas, era jefe del Departamento de Seguridad Minera, y del Servicio de Prevención de Riesgos Laborales y de Ventilación y Control Ambiental. Sustituyó en parte de sus funciones a uno de los ingenieros despedidos en el grupo Flanco Sur.

Explica cuál era el sistema de prevención de riesgos, y los cargos que debían informar.

Detalla cómo se realizaba el control ambiental a través de más de cien puntos de monitorización desde todas partes de la mina, con una persona que lo vigilaba 24 horas. 

15.45

Comienza la declaración de José Ramón González, vigilante, que en el momento del accidente no se encontraba en la mina porque entraba a trabajar en el turno de tarde. No apuntó ninguna incidencia en el libro de vigilantes, ni comunicó nada, porque los registros eran los propios de ese macizo, y sobre todo cuando la explotación se encuentra en una zona virgen. 

Los días en los que detectó que se veía bóveda lo dejó escrito en los libros, para que no sutiraran. No puso más incidencias porque no tuvo nada que comunicar "todo estaba normal". 

Señala que no hay posibilidad de que se hundiese la bóveda porque no había daños mecánicos en el taller; y señala que no se puede pensar que el vigilante dejase trabajar con grisú por encima del 1% porque trabajaban con explosivos. 

"No hubo nada anormal, si no yo tampoco hubiera entrado a trabajar", destacó González. Que a respuestas a la defensa señala que no hubo fallos en el sistema de trabajo y seguridad de la mina y que no hubo más medidas que tomar para un incidente que considera "impredecible. No se me ocurre cómo podía haberse evitado". 

15.25

Comienza la declaración de Óscar Luis Dopazo Suárez, vigilante de primera plantilla, el día 28 se incorporaba al tercer relevo. Como los anteriores, sólo responde a preguntas del fiscal, su abogado y la magistrada. 

Señala que los días anteriores al accidente todos los valores y situaciones eran normales para una mina de esas características, y que no se pasó el porcentaje del 1,5%. Explica que el 25 de octubre el vigilante Manuel Ángel Cañón le comentó que había sentido "un golpe" y sacó a los trabajadores del taller. Luego entraron y vieron que todo estaba normal. Le explicó que luego se lo comentò al ingeniero David Toribio. 

Fue el único día, "que a mi me conste", que se sacó a la gente del taller. Lo que no sabe es por qué no lo dejó registrado en los libros de vigilantes. Tampoco le comentó datos de bajada de oxígeno o subida de grisú; sólo que sintieron un golpe en el techo.

 

 

14.30

El vigilante trabajó durante 24 años en la mina, y fue progresando desde ayudante de picador hasta vigilante primero de plantilla. Durante más de 20 años trabajó en el Pozo Emilio del Valle. Conocía todas sus plantas y alas y su formación se llevó a cabo fundamentalmente en la mina. 

Reconoce que los mineros que estaban en la explotación el día del accidente tenía que haber cumplido el plan de evacuación, que era salir a zona de aire libre, pero él mismo utilizó hasta cuatro autorrescatadores para, con ayuda de otros compañeros, rescatar a los heridos y a las víctimas mortales. 

En el caso de los heridos que cayeron en la salida del taller reconoce que de no haberlos sacado de la zona afectada habrían fallecido "sin duda". 

Por último, ratificó sus declaraciones sobre que lo ocurrido fue un desprendimiento instantáneo de grisú, "por el sonido característico" que oyó desde la planta 9ª y porque no hubo ningún daño mecánico en el taller. 

A preguntas de la jueza declara no poder distinguir si fue un desprendimiento instantáneo o un fenómeno gasodinámico porque no es ingeniero; pero tras el incidente de 2009 la mina se declaró sospechosa de desprendimientos instantáneos y su larga experiencia en este pozo le da a entender que ese tipo de suceso fue el que provocó el accidente. 

Un fenómeno que "no es detectable ni se sabe cómo ni cuándo va a ocurrir". Tiene claro que no fue un desprendimiento de bóveda: "Hubiera sido como un helicóptero aterrizando sobre  una caja de zapatos, la esfarrapa". Y sin embargo el taller estaba intacto. "Permaneció así dos años más, pero no quisieron ir a verlo". 

A la pregunta de si puso en peligro su vida para salvar la de los demás respondió un contundente: "Sí, claro". 

13.40

El vigilante narra cómo se produjo el rescate de las víctimas. Cuando saltaron las alarmas en la mina llamó para cerrar la ventilación de la planta 9 para limpiar la 7ª. Cuando llegó a la zona del accidente se puso el autorrescatador y entró al taller. Fuera de él había 4 trabajadores en la planta 6ª y otros 4 en la 7ª. "Decidieron entrar a rescatar a la gente del taller, pero al final lo que hicieron fue rescatarse entre ellos". 

Los fallecidos (tres picadores, un sutirador, un tubero y el vigilante) estaban a picos metros del taller. 

Conejo sacó a uno de los fallecidos con ayuda de un barquero de la 6ª. "Se tarda mucho, pesa y el autorrescatador da un aire caliente que quema la garganta, no está preparado para estos esfuerzos". Luego llegaron más mineros del macizo 9º y entraron a por más víctimas. 

Conejo esperó la llegada de más autorrescatadores y entró hasta cuatro veces más en el taller. En la segunda sacaron a un herido que había llegado desde el macizo 9º a ayudar; después a dos víctimas mortales. 

Fue a la 7ª porque oyó "un ruido característico", aunque cuando llegó no notó el bufido del gas, pero sí vio los metanómetros saturados y el bajo nivel de oxígeno. 

A preguntas del fiscal insiste en que nadie manifestó nunca queja o miedo por trabajar en ese taller. "La mejor prueba es que cada día se hicieron todos los trabajos establecidos. Y eso es porque podían. Los mineros no son maderos con ojos, allí enseguida si hay mucho gas, mucho polvo o mucha agua enseguida lo dicen". 

 

13.15

Carlos Conejo ratifica que los niveles más altos que se han declarado de metano no se registraron en los metanómetros automatizados del panzer. Y que el metanómetro del vigilante sólo registra el momento, no guarda memoria. 

Fue todos los días de explotación al taller accidentado y asegura que cuando entraba en el taller los niveles eran normales. "La primera semana fueron más altos,, es normal en un taller virgen, luego fue bajando".

Conejo destaca que todos los días que duró la explotación de la planta 7ª del macizo 7º se realizaron las labores previstas, salvo sutirar los días 14, 22 y 24; y que el tercer relevo es el más restrictivo de los tres con el metano porque utiliza los explosivos. 

"Todos los días se atacó y disparó el frente, y saben que si el metano sube más del 1% no lo pueden hacer. Lo sabe el barrenista, que es un artillero". 

Explica que la propia experiencia de los trabajadores hacen que se sepa "a ojo" si hay bóveda, por la disposición de los elementos de seguridad que se instalan. E insiste en que el vigilante "es un paisano que tiene gente a su cargo", no cree que hubiera mediciones con errores. 

 

13.00

El vigilante de primera interior del primer relevo Carlos Conejo Lombas comienza su declaración y explica cuál es la cadena de mando para decidir las labores y explica qué días se dio la orden de no sutirar: el 14, 22 y 24 de octubre. Detalla el resto de las labores que hace cada trabajador en el taller. 

12.30

Finaliza la declaración de Jairo Gómez Bartolomé, se hace un receso.

11.45

A preguntas de las defensas Jairo Gómez Bartolomé recuerda que entró a trabajar en la empresa en febrero de 2013, y durante el primer mes llevó a cabo una información sobre las DIS e ITC, así como métodos de explotación. Controlaba los relevos y las labores, y revisaba con conversaciones con los vigilantes y los libros si había incidencias. 

Señala que entre el 11 y el 28 de octubre no se registró ninguna incidencia constatable en los libros, "más allá de las propias de una mina de esta categoría". 

El día 25 de octubre se celebró un comité de seguridad anual, en cuyas actas no se registró ningún incidente. 

Señala también que el día del accidente el vigilante del taller era Manuel Ángel Cañón, y que habló con él y con el ingeniero y su superior David Toribio. Jairo estuvo esa noche en la planta novena. Toribio le comentó que Cañón le había trasladado una incidencia, pero ni se la comentó a Gómez Bartolomé ni la registró en el libro de vigilantes. Donde apuntó: "Mucho gas en la rampla, 1,2 de metano. Todo normal". 

El ingeniero no apreció ningún problema en las firmas, y considera que el nivel de grisú fue normal porque el vigilante no sacó a los trabajadores ni tuvieron que colocarse los autorrescatadores. 

Revisando los registros, constata que la ventilación cumplió la función de desgasificación correctamente.

11.25

El ingeniero responde a la pregunta de si se podía haber hecho algo más que cumplir la norma establecida, responde que de hecho así se hizo, con la realización de un culatón, disparos parra desgasificar, y otras medidas para evacuar el gas y evitar los peligros. 

Y añade que "si las normas se están cumpliendo y hay que hacer algún cambio tiene que ser Minas o la dirección de la empresa las que tomen la decisión". Y apunta que, en todo caso, "hay que entender que se trabaja en una mina, y eso tiene un riesgo". 

11.10

La jueza insiste a los letrados en que se limites a hacer preguntas, y eviten repetir las que el acusado ya ha contestado; y solicita también al ingeniero que espere a que le hagan las preguntas antes de contestar sus interpretaciones. El interrogatorio se centra una vez más en las características de la bóveda y cómo le afecta la forma de explotación; la ubicación y eficiencia del sistema de ventilación y si se le comunicaron los incidentes que estaban ocurriendo en la mina. Gómez Bartolomé insiste en que todo se  hizo de la forma autorizada en el plan de labores, y que los valores eran los normales en una mina muy grisuosa, y el taller aún no había calado.

10.40

Jairo Gómez dice desconocer si una vez ocurrido el accidente en el Pozo Emilio la empresa dio un curso y dotó con cinco equipos de respiración a la mina Flanco Sur. "En el Pozo Emilio seguimos utilizando sólo los autorrescatadores". 

Insiste en que nadie le informó el día 25 del incidente que ocurrió en el segundo relevo, y que si "era un hecho muy relevante" el vigilante tenía que haberlo comunicado y dejado constancia en el libro. "Si no lo hizo tendrá que explicarlo él".

Señala que si el nivel de grisú llegó con el desprendimiento de la bóveda al 5% "el vigilante tenía que haber ordenado que los trabajadores colocaran los autorrescatadores y salieran". 

 

10.30

El día 25 el ingeniero estuvo vigilando las obras de la planta 9, y no le comunicaron que se había producido un desprendimiento en la bóveda que había bajado el oxígeno al 14% y subido el grisú al 5%. El vigilante tampoco lo puso en el libro. Jairo Gómez señala además que el vigilante es una persona suficientemente formada y con experiencia, que pasa exámenes teóricos y prácticos ante Minas, por lo que es una persona adecuada para tomar una decisión técnica sobre si seguir con las labores en determinados niveles de grisú en el ambiente.

10.20

Gómez Bartolomé insiste en que el informe de la Autoridad de Minas tiene errores importantes, por ejemplo que comete un error en la hoja de pilas, y lleva un día de desfase. "A partir de ahí todo es igual".

 

10.10

A preguntas de la acusación asegura desconocer por qué faltaban firmas en los libros de plantillas y vigilantes, y que no se fijó en que los apuntes de turnos relevos distintos estaban escritos con el mismo tipo de letra. También asegura que no hubo destajos en ese taller. 

 

9.55

Comienza la declaración del ingeniero Javier Gómez Bartolomé. Que explica cómo se explotó el taller en los días previos, cuándo se sutiró y por qué el nivel de metano era alto. Insiste en que en ningún momento se observó nada que no fuera habitual en una mina de categoría 3. Y a la pregunta del fiscal de si alguna vez los trabajadores le manifestaron que tenían miedo de entrar en la mina, ha respondido un contundente: "Nunca".

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