Diario de León

UNA DIFÍCIL CONCILIACIÓN

«Aquí vive gente»: el grito de los vecinos del Húmedo contra el ruido, la suciedad y la droga

Los residentes alertan de que el casco histórico se ha convertido en un «parque temático cutre, peligroso y sin control», tomado por «borrachos que defecan y orinan» y en el que se «consumen drogas con impunidad»

León

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Aunque no se crea, en el casco histórico de León viven más de 3.000 personas. En este espacio del mapa, que engloba al Barrio Húmedo y al Romántico y se exhibe como marca de la ciudad, «el Ayuntamiento organiza durante más de 100 días al año eventos multitudinarios y ruidosos». Pero, más allá de esta situación, como alertan los vecinos, durante «cerca de 300 días» se convierte «en un parque temático, pero un parque temático cutre, peligroso y sin control», en el que, «a partir de medianoche, hordas de borrachos gritan por las calles, defecan y orinan en los portales y en la vía pública, y se consume y trafica con todo tipo de drogas con total impunidad».

Este es el relato de quienes tienen que sobrevivir en un medio que ha expulsado ya a la mayor parte del vecindario.

El testimonio, con decenas de fotos y vídeos en los que se ve el desbarre, traficar y consumir droga, ruidos, escenas de sexo y escatológicas, lo acopian los vecinos que han decidido organizarse de una vez y revitalizar la asociación que, tras años de lucha sin resultados, se había quedado en poco más de media docena de socios.

Ahora, en apenas un mes y medio, el movimiento ha logrado sumar 140 inscripciones para reivindicar que en el casco histórico «viven niños que se acuestan pronto para ir a clase temprano, trabajadores que madrugan cada día, estudiantes que necesitan concentración para sus estudios o para preparar las oposiciones que condicionaran el resto de sus vidas, ancianos y enfermos que necesitan descanso y tranquilidad».

No lo tienen fácil, como insisten los habitantes de la zona. Ni siquiera cuando vencen las interminables madrugadas de ocio nocturno.

A las 06.00 horas, «cuando quedan grupos aislados de borrachos, pateando los contenedores, rompiendo el mobiliario urbano y llamando a los timbres de los portales, entran en funcionamiento las máquinas de limpieza, ruidosas y casi obsoletas». «Su ruido supera con creces los niveles acústicos máximos, entran por calles estrechas y, si habíamos conseguido conciliar el sueño, ellas nos despiertan, con la sensación para los que viven en los primeros pisos de que los tienen dentro de la habitación», describen los vecinos del Húmedo.

La campaña de los vecinos con pegatinas busca frenar el desbarre. FERNANDO OTERO

La campaña de los vecinos con pegatinas busca frenar el desbarre. FERNANDO OTERO

No hay pausa. A partir de las 07.30 horas, «decenas de camiones de reparto invaden el barrio». Su tránsito « bloquea el paso de los portales y las calles, molesta a los transeúntes, con gestionan el tráfico de los residentes» y supone «un peligro» para los chavales que «a esas horas van al colegio».

«Descargan y cargan las cajas de bebidas sin ningún miramiento, tirándolas con fuerza, soltando los barriles de cerveza sobre el pavimento», anotan los vecinos, que apostillan que «esta es una de las causas de que las baldosas de la zona estén destrozadas».

El problema, insisten, se evidencia además con «las terrazas de los establecimientos hosteleros que invaden las plazas donde jugaban los chavales, ocupan los pasos de los soportales y las calles estrechas y se instalan fuera de los espacios asignados para ellos». A la espera de la nueva normativa que el alcalde, José Antonio Diez, anunció hace dos años y luego paralizó para que no le perjudicaran las quejas antes de las elecciones de mayo, «se podría decir que el 90% de las terrazas incumplen la ordenanza», según estiman.

En el alféizar de la ventana, dos rayas. DL

En el alféizar de la ventana, dos rayas. DL

Aunque, como remarcan, «todos» los que viven en el casco histórico son «conscientes de lo que es el barrio». «Es un barrio con historia, con bares, con ambiente, pero no un barrio en el que todo vale», como clamaron en la última asamblea, celebrada esta semana, en la que consensuaron un documento de síntesis de sus quejas.

No están «en contra de la hostelería», ni tampoco de «las celebraciones», subrayan, después de que sus reclamaciones hayan servido para que desde determinados sectores se les haya querido «colgar esta etiqueta». «Lo único que pedimos es que se cumplan las ordenanzas», repiten sin descanso para que les oigan el consistorio y la Subdelegación, a los que han pedido una reunión conjunta en la que poder plantear sus problemas y las opciones de coordinación de las policías Local y Nacional.

La situación del casco histórico, tomado ya no sólo por el ocio nocturno, sino por los pisos turísticos, parte de ellos «ilegales», es «muy grave». «No entendemos que desde el Ayuntamiento no se pongan medidas para intentar atajar estos problemas», exponen desde la asociación La problemática se extiende «también para los turistas que nos visitan y se llevan una imagen nefasta de la ciudad», abundan.

«Nos gustaría poder dedicarnos a organizar cabalgatas, chocolatadas y animar la vida sociocultural del barrio, pero en estos momentos por desgracia el objetivo no puede ser otro que intentar hacer cumplir la legalidad vigente», resumen.

Las pintadas copan las fachadas de decenas de locales cerrados. FERNANDO OTERO

Las pintadas copan las fachadas de decenas de locales cerrados. FERNANDO OTERO

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