Diario de León

Los famosos embutidos de Geras de Gordón

En épocas señaladas, en los grandes puentes festivos, cuando los leoneses que están en la diáspora regresan a sus lares, en la calle dedicada a la hermosa villa de Villafranca del Bierzo, se establecen largas colas de personas que esperan con e

CUEVAS

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MARCELINO CUEVAS | texto
León

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|||| El establecimiento de Entrepeñas decorado con nutritivas y perfumadas colgaduras de jamones, chorizos (picantes y menos picantes), lomos embuchados, salchichones, lenguas curadas, cecina de vaca... atrae como el panal de rica miel a las moscas, a cientos de personas que quieren llevarse para sus residencias de emigrantes los olores y sabores de la estupenda matanza, de las grandes «chainas» que se elaboran con paciencia artesana y con las mejores materias primas en la factoría de la empresa en las bellas montañas de Geras de Gordón. Jesús y Raúl son los encargados de expender tan maravillosas viandas y lo hacen con la sapiencia de los grandes profesionales, que no es fácil saber cortas por su sitio y de la forma adecuada las magníficas piezas de jamón o cecina. Ellos lo llevan haciendo desde 1996, momento en el que se inauguró el establecimiento y lo hacen maravillosamente. Entrepeñas, además de los productos típicos de la matanza leonesa, curados al humo al estilo tradicional, tienen en su establecimiento una gran selección de productos entre los que se encuentran escogidos vinos del Bierzo, quesos de todos los tipos desde los de vaca y oveja a los ahora tan de moda de cabra. Tienen también pimientos embotados del Bierzo, anchoas de Santoña, los dulces más típicos de las distintas comarcas de León, nicanores, mantecadas, lazos de San Guillermo... Y algunas cosas exclusivas como la oreja de cerdo cocinada, elaborada al estilo de los callos madrileños, o los magníficos solomillos frescos de cerdo, sabrosamente adobados y que vuelta y vuelta en la plancha son una auténtica delicia para los paladares acostumbrados a los fuertes sabores de la tierra. La historia de estos embutidos que son asombro de forasteros, comenzó en un pequeño bar restaurante de Geras, en el que Rosi y Manolo decidieron ofrecer a sus clientes su propia matanza. Sus embutidos se hicieron pronto famosos y fueron motivo de peregrinación para los buenos degustadores. Después llegó el desembarco en la capital, que hicieron primero en el Barrio Húmedo, donde aún sigue abierto su establecimiento y después en la calle Villafranca y en la avenida de San Mamés. Incluso se han permitido la exportación directa a las vecinas tierras asturianas, donde se han establecido al lado de la estación de Alsa, en Oviedo y en la avenida de Castilla, de Gijón. Es el imperio de la buena matanza, de los sabores inimitables, del perfume más alimenticio del mundo. Y dentro de nada, en el próximo puente festivo, otra vez se poblara la calle Villafranca de la capital, de una larga cola de hambrientos degustadores de los inimitables chorizos de Geras, de sus jamones, sus lomos, sus salchichones, su cecina... Un espectáculo, este de las colas ante un establecimiento de alimentación, que no se conocía, al menos en León, desde los tristes tiempos de la posguerra, cuando cartilla de racionamiento en mano, los sufridos consumidores tenían que hacer largas y tristes colas para conseguir unos puñados de garbanzos o un trozo de tocino rancio. Estas colas del siglo XXI ante el establecimiento de Entrepeñas, no tienen nada de tristes, todo lo contrario, quienes las haces tienen la brillante mirada y la deslumbrante sonrisa de quienes esperan para después darse un pantagruélico banquete con los estupendos productos que van a comprar.

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