Diario de León

«Donar mi tiempo me ayuda a relativizar mis propias quejas»

La Asociación Leonesa de Caridad despierta el interés del público en el Club de Prensa.

Daniel Ingelmo, Ana Victoria Carro, Félix Llorente, Constancio García y Carmen Tapia, ayer en el Club de Prensa. RAMIRO

Daniel Ingelmo, Ana Victoria Carro, Félix Llorente, Constancio García y Carmen Tapia, ayer en el Club de Prensa. RAMIRO

León

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El testimonio de dos de las cien personas voluntarias que ceden su tiempo libre a la Asociación Leonesa de Caridad (Asleca) dejó claro que el contacto con «personas que han sufrido muchas guerras e injusticias» ayuda a «relativizar las propias quejas» y a «humanizar la pobreza». Daniel Ingelmo Astorga, profesor de secundaria y voluntario, reivindicó ayer en el Club de Prensa del Diario de León la palabra ‘caridad’. «Parece que está anticuada, pero caridad es amor, es hacer un servicio». La labor «que no es nada extraordinaria» de un voluntario no sólo sirve para hacer algo por los demás «sino que es un aprendizaje para uno mismo. Si por alguna razón no puedo asistir al comedor, lo hecho de menos».

Pese a cumplir 113 años de historia en León, mucha labor de la Asociación Leonesa de Caridad es todavía una gran desconocida para los leoneses. El corazón de la obra está en Puerta Obispo, lugar de la sede y del comedor social, un centro al que acuden una media de ochenta personas al día, personas sin recursos y transeúntes, un goteo de visitas que ha bajado en los últimos meses. «En los peores años de la crisis económica llegamos a atender a una media de 113 personas diariamente». Usuarios con una edad comprendida entre los 39 y los 58 años, la mayoría sin ningún tipo de prestación. En la sede de la asociación desayunan, comen, cenan, se duchan, dejan la ropa para lavar y planchar y utilizan los aseos. Todo por un euros al día. «El que no tiene el euro utiliza los servicios igual, pero nuestro interés es que se sientan valorados y se pagan los servicios que reciben», explicó el presidente, Félix Llorente. Llorente explicó los comienzos de una asociación «que no pertenecemos a nadie» y que nació como una asociación de beneficencia para atender a las personas pobres, marginadas y transeúntes.

Ana Victoria Carro, trabajadora en un banco, inició el voluntariado en la Asociación Leonesa de Caridad en el año 2008, en plena crisis económica. «Trabajo en una entidad bancaria y pensé que había mucha gente que lo estaba pasando peor que yo. Los comienzos fueron muy duros, te llevas a casa las historias de injusticias, los problemas de los demás, pero sales reconfortado por haber hecho algo por ellos».

El administrador de Asleca, Constancio García, dio cuenta de los números y los equilibrios económicos para pagar las nóminas de los trabajadores y dar de comer a un centenar de personas todos los días. Las subvenciones oficiales, procedentes de la Consejería de Familia y Servicios Sociales de la Junta de Castilla y León, el Ayuntamiento y la Diputación de León ayuda a sufragar el 21% de los gastos de la asociación. El resto, procede de donativos en especies, patrocinadores y cuotas de los afiliados.

Hijas de la Caridad

El alma callada y laboriosa de la asociación son las Hijas de la Caridad, que están detrás de la gestión de los servicios y el diseño de los menús diarios que se sirven en el comedor. En la jornada celebrada ayer quedó patente el «importante» papel de esta congregación en la asociación. «Son ángeles voluntarias. Cuando fallen ellas va veremos cómo nos arreglamos».

Las Hijas de Caridad prestan sus servicios desde el año 1907. Colaboran con la dirección, organización y realización de los distintos proyectos y servicios de la asociación.

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