Las familias se sienten víctimas del estigma

Cada vez que una persona se suicida al menos seis familiares o amigos sufren la pérdida. «¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?...», es la pregunta que luchan por responder para tratar de entender lo que ha sucedido. Reviven los últimos de sus seres queridos en busca de pistas, particularmente cuando no detectaron signos de que el suicidio era inminente.

El taller ‘Cuando la vida duele’ que este verano realizó Salud Mental León con la ayuda de la Concejalía de Bienestar Social de León es una de las pocas acciones que, aparte del Teléfono de la Esperanza, se han realizado de forma específica con el problema del suicidio en León. El aumento de los suicidios durante la pandemia propició la idea de crear un espacio para ayudar a superar o mejorar la situación de estas personas pues el duelo por suicidio es muy específico y «conviene abordarlo con urgencia».

Aunque participaron tan solo tres mujeres supervivientes a sus familiares víctimas de suicidio, se considera que la iniciativa fue útil porque las participantes compartieron su problema con personas que han pasado por lo mismo y aprendieron habilidades que les ayudaron mejorar su situación ante la pérdida del ser querido. «Algunas se sienten víctimas injustas de un estigma, que el suicidio es algo de lo que avergonzarse, o que ellos o su familia son de alguna manera culpables de la tragedia», recoge la valoración de la experiencia. «Debemos tener presente que el suicidio es casi siempre complicado, consecuencia de una combinación de doloroso sufrimiento, desesperada desesperanza y un problema de salud mental subyacente», advierte el informe elaborado por la psicóloga Ana García, la educadora Beatriz Fernández y la trabajadora social Raquel Martínez.