Diario de León

Desamortización de la enseñanza privada concertada

Publicado por
Francisco J. López Rodríguez | Profesor jubilado de FP
León

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El día 3 de julio de 1985 veía la luz la Lode, Ley reguladora del Derecho a la Educación. Era una ley promulgada por un Gobierno socialista. Fue muy contestada. Los centros privados creyeron que era el mayor atraco a la libertad de enseñanza. Una ley maldita, perniciosa, que socavaba todos los principios: ataque a la libertad de enseñanza, ataque a la religión y ataque a la personalidad jurídica de los centros. Más o menos se llegó a decir que los centros privados quedaban en manos del Estado, algo así como una nueva desamortización a imagen de aquella que hiciera Mendizábal con el expolio de los bienes de todas las órdenes religiosas y de la Iglesia.

Toda la enseñanza privada se echó a la calle: padres, alumnos, profesores, titulares de centro, manifestaciones multitudinarias contra una ley que socavaba todos los principios de la enseñanza privada tradicional. Pues bien, aquella ley se demostró, a lo largo del tiempo, que era una ley que ponía a cada uno en su sitio. Que no limitaba la libertad de elección de centro, que no quitaba autoridad a los centros y, sobre todo, una ley que liberó a los centros de unas cargas económicas ya que el pago al profesorado se hace directamente por la administración, en lo que se entiende, como pago delegado.

Al final, fue una ley consensuada entre el Gobierno y los representantes de la enseñanza privada, o entre el Gobierno y la Iglesia. Parece ser que fue Alfonso Guerra, el temido ogro del Gobierno, quien desatascó y resolvió con la jerarquía eclesiástica el conflicto educativo, estableciendo una colaboración que dio importantes frutos y pacificó a la enseñanza privada, la mayoría, en manos de congregaciones religiosas.

Ya nos gustaría que la próximo Ley tuviera este final feliz. Pero se anuncian negros nubarrones para la enseñanza privada concertada. Ya no hay un vicepresidente como Alfonso Guerra en el Gobierno. Hay un Pablo Iglesias con ideología comunista leninista. Guerra ha advertido que Podemos no es un partido «demócrata y ha reclamado no darles «legitimidad» porque lo que buscan es sustituir el sistema democrático.

Felipe González y el PSOE abandonaron el comunismo marxista, pero Pablo Iglesias, no. Hace alarde de un totalitarismo que va a triturar la libertad de enseñanza. No es ni se parece al vicepresidente del Gobierno que fue de Felipe González. Pablo Iglesias no abandona el comunismo leninista, lo lleva en su ADN y en sus genes. Es temerario y vengativo. Conoce muy bien la Historia de España desde el siglo XIX al actual. Sabe lo que hizo Mendizábal, conoce lo que hizo Manuel Azaña con la enseñanza, con la Iglesia y con la religión.

Quiere vengarse y tratará de conseguirlo con la anuencia de Pedro Sánchez ya que nunca se entenderá el porqué de una persona sin antecedentes republicanos ni lastres en su familia reaccione contra la enseñanza privada y contra todo aquello que se refiera a religión. De la nueva ley, que bajo la denominación de Lomloe, que a corto plazo se va a aprobar, por lo que se refiere a la enseñanza privada concertada la deja, como se suele decir, temblando.

Parece ser que el principio constitucional que reconoce la libertad de enseñanza va a quedar varada. Se dice que la enseñanza privada será subsidiaria de la pública, es decir, primero llenaremos los centros públicos y después, si procede, los privados. Pero el fondo de la cuestión está en la propuesta de extender la gratuidad de la enseñanza de cero a tres años y solo en la enseñanza pública, porque no es obligatoria. Maniobra perversa y retorcida. De ser así, a los centros privados se les privaría del vivero de alumnos ya que irían direccionados a la enseñanza pública.

Los sobrantes, serían asumidos por la privada. Si esta ley no se modifica en sus puntos neurálgicos referidos a la libertad de enseñanza y a la libre elección de centro por las familias, la enseñanza privada concertada, los centros privados tienen los días contados. Parece ser que no se está teniendo en cuenta a la sociedad civil, a las patronales de la enseñanza, a los sindicatos.

Es cierto que el Gobierno aprovecha la situación actual para aprobar todo aquello que puede ser objeto de reprobación social. Si los presagios se cumplen, estamos ante una nueva desamortización. No se van a subastar los centros ya que nadie los va a comprar dado que su valor será nulo. No quedará más que el continente. El contenido será historia y los nuevos Mendizábal pasarán a la historia creyendo que iban a solucionar el problema económico y ya sabemos que fue un desastre. Aquí ocurrirán hechos similares cercenando la enseñanza privada concertada. Se saltarán todos los principios constitucionales. Se eliminará la libertad de elección de centro por los padres.

El Gobierno aplicará el criterio de los sindicatos reaccionarios y del comunismo revolucionario: el que quiera enseñanza privada que la pague. La mayoría de los 130.000 profesores repartidos por 3.500 centros se quedarán en la calle. Miles de millones de euros tendrá que presupuestar el estado para asumir los más de dos millones y medio de alumnos de la privada concertada. De todo esto, el Estado es consciente, pero ha cumplido con el objetivo: eliminar la enseñanza privada concertada. Desamortizar los centros y privar a muchas familias de la libre elección de centro. Se ha cercenado la libertad.

Podemos e IU, con evidente muestras de influencia en la nueva Ley de Educación, proponen que, en previsión de un descenso de la natalidad 800.000 niños menos, de aquí a 2030  habría que cerrar más de 30.000 aulas  en estos años. Existe, pues, una oportunidad ante el retroceso del alumnado, reducir las partidas de ayuda a las concertadas y consolidar las públicas. El PSOE se deja arrastrar por su socio comunista, extraño consenso, cuando una mayoría de parlamentarios y del Gobierno han estudiado en centros privados. Les pudo ir muy mal y es el momento de satanizar a la privada ya que sus mentes están contaminadas y les prohíbe pensar y decir ya que tiene muchos prejuicios que se los inculcaron en los colegios de congregaciones religiosas.

Les recuerdo, que en el Ministerio de Educación con José María Maravall la mayoría de los cargos estaban en manos de exreligiosos o clero secular e, inclusive, tuvo como asesor, entre otros, a un religioso de una prestigiosa orden.

Miremos a la historia. No más venganzas. No pretendamos ganar la guerra del 36. El mal se hará, pero estoy seguro de que la paz en educación nunca va a llegar mientras seamos reaccionarios y belicosos. Puede ser que Pedro Sánchez se haya catequizado con las enseñanzas de Pablo Iglesias, entonces los ataques a la enseñanza están justificados. De ahí, la desamortización que va a sufrir la enseñanza privada concertada.

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