Diario de León

Contra los enemigos del pueblo leonés

Publicado por
Tomás Alvarez
León

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De forma espontánea multitud de lugares y numerosos ayuntamientos leoneses están clamando por el reconocimiento de su historia y por el derecho a ser gobernados desde la propia región. Pero frente a ellos, se alza el muro de los opresores que quieren callar la voz del pueblo y privarle también de sus derechos. Nuestra tierra leonesa tiene el orgullo de ser lo que ha definido perfectamente Rogelio Blanco en el título de su último libro: Tierra de libertades .

Y esto es así desde hace milenios. Los astures –los últimos pobladores peninsulares en caer bajo el imparable avance de Romaya celebraban sus concejos para decidir sobre de los asuntos que atañían al gobierno de la colectividad. Esa democracia de base está en nuestra propia vida. Nacido en plana dictadura, mis ojos de niño recuerdan perfectamente las reuniones semanales del Concejo, para ordenar la vida y negocios del lugar. En él se organizaban la reparación de caminos o fuentes; las cuotas para la traída de aguas; la defensa de los territorios del Término, o el reparto por sorteo de los bosques o terrenos del Común, para que cada uno de los vecinos pudiera tener unos terrenos que le proporcionasen una base económica de subsistencia. Allí, en el Concejo, se decidía sobre las cuantías de las multas; la atención a los viajeros, pobres o peregrinos, la elección de cargos locales…

Esta tierra de concejos, fue en la Edad Media la impulsora de los Fueros que trataban sobre los propios derechos y la dignidad del Contra los enemigos del pueblo leonés  hombre; y fue la impulsora de un sistema parlamentario –el primero del mundo- con participación del pueblo. Y esta tierra –llámese Reino, Región, País o como se quiera- que ha dado a España lo mejor, desde las ideas a las producciones; que ha vertido su sangre en la grandeza del país, que ha contribuido a calmar el hambre con su producción agraria durante la dictadura, que ha generado recursos para relanzar a España hacia el desarrollo y ha acumulado unos excedentes de capital que las instituciones financieras han destinado a los centros industriales de Madrid y la periferia, exige justicia histórica. León está hoy en la sima de la decadencia y en un proceso de vaciamiento de sus instituciones, empobrecida económicamente, desertificada demográficamente, y gobernada desde la región vecina. Esta tierra que ha liderado las libertades rechaza ser tratada como una mera colonia y reclama el reconocimiento institucional que han tenido el resto de territorios españoles. No pedimos nada mas… pero no aceptamos nada menos.

Pero frente a los deseos de Justicia, frente a la esperanza del pueblo, se alzan los ganapanes de los partidos políticos que desoyen la voz y aceptan el hundimiento institucional, económico y demográfico de León… para no perder el pingüe sueldo que cobran de la instituciones a las que han llegado. Ponen su sueldo por encima de las demandas y los derechos del pueblo al que deben defender.

Poco podemos esperar de la institución colonizadora, la Junta. Pero la mayor de las decepciones es la de la propia Diputación, que en el momento de mayor hundimiento de la provincia mira para otra parte, contribuyendo a la engañifa al pueblo. Mal hace con ello. Traiciona al espíritu de la institución que hasta en la Primera República defendió la identidad leonesa frente a quienes propugnaban la unión con Castilla.

En esta dramática situación es negativo —tremendamente negativo— el papel de los partidos PSOE y PP, al vetar a León un desarrollo institucional, al que tiene derecho como todos los demás pueblos de España. Ambos partidos son directamente culpables del hundimiento del territorio. Porque si no hay reconocimiento institucional para León… hay subdesarrollo, miseria y colonialismo.

Antes que socialista o conservador me siento leonés. Y por esta razón afirmo nítidamente que en las próximas elecciones votaré a quien lleve en cabeza de su programa la exigencia de autonomía para León. No voy a votar nunca más a los causantes del hundimiento de nuestra tierra, a quienes en lugar de apoyar una demanda de justicia callan nuestra voz para seguir disfrutando una legislatura más del salario de la traición al pueblo. Ya basta.

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