Diario de León

¿Quo vadis, Gobierno de Sánchez?

León

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Pasa el tiempo y, a menudo, a veces cada día, nos sorprendemos con noticias, acontecimientos, declaraciones de quienes nos gobiernan ¿? que ya no solo producen preocupación y desencanto; ya provocan náuseas. ¿Qué tiene que ocurrir para que la ciudadanía reaccione, manifieste que ya está bien de postureo, de declaraciones vacías, de mentiras trufadas de engaños de este Gobierno? ¿En qué seguimos creyendo y esperando? Es evidente, y vox populi , que el presidente del Gobierno ha mentido por activa y por pasiva, que ha demostrado con creces que todo su esfuerzo va encaminado, mayormente, a su interés y gloria personales; y si sobra algo en beneficio de la ciudadanía, llamada España, ya se encarga él de jalearlo, de amplificando, de repetirlo hasta intentar hacer creer al pueblo, mintiendo de nuevo, que el bien para ella es lo primordial para él.

Ahora, reflexionemos sobre algunas de las alianzas de este Gobierno. ¿En qué beneficia a España su alianza con fuerzas políticas separatistas para las que España, como nación única e indivisible, les importa un bledo? Invocar que, en una democracia plena, los pactos con partidos minoritarios están absolutamente admitidos y son necesarios, no deja de ser una forma de pretender legitimar, en el contexto actual, lo que repugna a la inteligencia. Que lo de pactar, lo entendemos todos, e incluso lo justificamos sin reparos. Pero se trata de con quién se pacta y para qué. ¿Os imagináis que para legislar una ley que regule el abordaje de una actividad delictiva se busque pactar con los delincuentes de la misma o con quienes manifiesten fehacientemente su intención de delinquir? Y, sin embargo, eso se ha hecho, y se sigue haciendo, aduciendo intereses, ventajas para todos. Mentira podrida. La realidad nos demuestra la verdad, que es tristemente dolorosa. Y eso no es nada con lo que realmente se pretende llevar a cabo, si se considerase «necesario».

¿En qué ha beneficiado la alianza con una formación, democrática, no cuestiono el adjetivo, al menos en lo que para su elección en las urnas se refiere, pero que lleva en su seno el germen desestabilizador del cambio del régimen actual en el que la mayoría de los españoles nos sentimos razonablemente a gusto? De momento sabemos que se pasó del «insomnio» (no podría dormir, declaraba Pedro), a los «sueños» de contenido erótico (abrazos, miradas arrobadas, declaración de amor conjunto, con planes de futuro etc.) para después sufrir «pesadillas» (desencuentros, pretensiones de imposiciones indeseables, pugnas de protagonismos narcisistas), lo que llevó a uno de los protagonistas del pacto a hacer mutis por el foro, en busca de ensoñaciones en otros escenarios.

En cuanto a la «alianza» con los prebostes y barones del partido, del PSOE de «toda la vida», moderados, sensatos, con sentido probado de interés por España y los españoles, fundamentalmente, ¿cómo estáis, excepciones aparte, tan callados?

Y yo me pregunto respecto no ya al personaje del presidente, sino a los componentes de su gabinete, ¿estáis abducidos?, ¿enamorados?, ¿cautivos?, ¿seducidos? O ¿en qué grado sois cómplices de los desmanes de vuestro líder carismático? Yo creo que algunos de vosotros y vosotras estáis muy bien dotados de inteligencia; otros y otras, menos. De los primeros y primeras, me cuesta entender y me duele vuestra entrega a la causa, a mi juicio bastante incomprensiblemente, porque no os merecéis el trato y la manipulación del que sois objeto; y que sepáis que prescindirá de vosotros y vosotras, que os fulminará, sin contemplaciones, cuando lo crea oportuno. No, no me digáis que le creéis, que no es lo que parece y lo que reiteradamente ha demostrado. Que no conviene confundir la templanza con la zorrería, ni el protagonismo comprometido con la sobreactuación. Me dolería escucharos decir, claro que eso no lo declararíais nunca, que compartís con él las mentiras y el narcisismo. A algunos y a algunas sí se les nota ambos conceptos en cuanto asoman la jeta en la televisión, proclamando la pseudo verdad en su mensaje, retorciendo los argumentos de los hechos o entornando los ojos y farfullando cuando hablan.

En cuanto a los segundos y segundas, los y las de menos o escasa inteligencia (definida ésta como la capacidad de lógica, de pensamiento crítico, razonamiento, resolución de problemas etc.) me parece más comprensible su adhesión a la causa por razones obvias, incluidas las de su orgullo personal y las prebendas inherentes al cargo, al margen de la eficacia y eficiencia del mismo, pero no menos importantes en sus consecuencias para la gobernabilidad del país. Lamentable.

En cuanto a la «alianza» con los prebostes y barones del partido, del PSOE de «toda la vida», moderados, sensatos, con sentido probado de interés por España y los españoles, fundamentalmente, ¿cómo estáis, excepciones aparte, tan callados, dando la impresión de la verdad del dicho, según el cual «el que calla otorga»? Ya sé que hubo un tiempo en el que queríais ver mejor fuera que dentro a vuestro líder. Ignoro si entonces solamente sospechabais de su estilo de hacer política, y después habéis comprobado sus verdaderas intenciones. Lo que sí ha demostrado es que no se ha adherido a los principios que cimentaron la filosofía fundacional de vuestro partido. ¿Qué esperáis para alzar la voz? ¿Acaso le teméis? ¿Os falta valentía, coraje? Me niego a creer que, en su mayoría, seáis conniventes con él, y, si me apuráis, traidores a vuestros propios principios. Lo mismo puede aplicarse con las denominadas bases, con carnet y dedicación especial al Partido. Y en cuanto a la «alianza» con el electorado, ¿seguís confiando, electores, en un líder después de haber demostrado lo que ha demostrado? ¿De verdad le seguiréis votando pensando que lo primero es el Partido, al margen de quien lo presida? ¿No os parece más adecuado elegir a un presidente que verdaderamente os represente con arreglo a vuestros principios?

Es posible que más de uno piense, por la crítica que hago del Gobierno actualmente en el poder, que no comparto los valores del ideario del P.S.O.E. Sabed que eso no es cierto. Preguntadles, asimismo, a históricos del Partido, a Leguina, a Redondo, a Corcuera, a Guerra, a González (en su versión genuina, no en su plasticidad acomodaticia), y a tantos otros, y escuchad sus respuestas. Eso es todo.

Retomando el título del artículo, ya no me pregunto ¿quo vadis Sánchez?, que eso está claro, por su adicción a la impostura y teniendo en cuenta su ambición y su falta de autocrítica dado el narcisismo que le desborda, y a quien se le puede aplicar el dicho de «dime de lo que presumes y te diré de lo que careces», sino ¿quo vadis España? Me gustaría escuchar una respuesta esperanzadora, de lucha por un futuro mejor, defendiendo nuestros auténticos valores y raíces, y no la de tener que recurrir a aquello de… «siempre nos quedará la Legión…».

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