Diario de León
Publicado por
Alex J. García Montero
León

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Una de las características típicas del toro bravo (tan genotípica como fenotípica) es el sesteo. Es decir, el toro bravo, con su parsimonia genética tiende a la holganza extrema. Esta herencia del uro ibérico se trastoca en un sesteo continuo en las dehesas del sur del Reino de León. 

Dicen que es costumbre compartida con otros animales, especialmente los felinos. Todos los que tenemos gato sabemos de sus siestas interminables salvo para realizar sus tareas básicas y dar por saco. 

Últimamente en León, ha vuelto, como si de un cometa se tratara en periodicidad de estulticia, el debate sobre la Facultad de Medicina. Esta vez, eso sí, unido a una ingente y preocupante falta de médicos (ya sé que ahora por mor de lo «progre» se dice «profesionales sanitarios»). Uno, como hijo de médico, siempre ha respetado una profesión con vocación, entrega y devoción. Más que una profesión, en sí misma es una vida. Cuando un médico se jubila, su vida (literalmente) se acaba, o al menos se ve mermada hasta la extenuación. 

Quizás sea la hora de cambiar de tercio, incluso de ganadería, y, apostar por una Facultad de Farmacia. Los alumnos y alumnas de farmacia también tienen un poder adquisitivo similar a los de Medicina

Sin desmerecer este debate, podríamos poner sobre la mesa los pros y los contras de hacer esta promoción de supermercado: dos por uno. 

Por un lado, una facultad de medicina siempre atrae talento. Los estudiantes ávidos de nota (quedan unos cuantos a pesar de las infames leyes de hez-ukación) quieren, entre sus preferencias, estudiar medicina. Normalmente son de un nivel socioeconómico medio–alto, y como capital (en el sentido marxista, liberal y cognitivo) son una excelente inversión para el país, más en la ciudad donde se localice dicha fábrica de galenos. Son la excelencia del Capital Humano. 

En el plano negativo, es que, salvo la renovación con prácticas de la plantilla del Caule, poco más aportan a la ciudad. Y, recuerden, Pucela nunca, nunca, nunca va a autorizar tamaña golosina. Siempre la Junta apostará por Dulciora antes que por los Ronchitos de Santos. 

Quizás sea la hora de cambiar de tercio, incluso de ganadería, y, apostar por una Facultad de Farmacia. Los alumnos y alumnas de farmacia también son de la rama biosanitaria. Tienen un poder adquisitivo similar a los de Medicina. Y, en un mundo cambiante, post–pandémico, tenemos la importancia de ser un polo bío–farmacéutico si somos capaces de superar nuestro pecado original legionense: unir sinergias. 

Veterinaria, con su lema, muestra y demuestra la importancia de la salud animal y humana. En León tenemos Biotecnología y Alimentación, además de contar con una importante actividad empresarial farmacéutica (tanto sintética como natural). Las áreas de ciencia y tecnología también están despuntando en la Universidad de León, y podrían ser un revulsivo eficaz en la fabricación de tecnologías médicas y farmacéuticas avanzadas de última generación, como los robots y autómatas sanitarios. Tan importante es un vehículo autónomo como una máquina que salve vidas. Los algoritmos serán la medicina del futuro. Y qué decir del campo de las Humanidades como Derecho, Relaciones Laborales… donde la ética, la legalidad, patentes, experimentación… son el pan nuestro de cada día en la industria farmacéutica. Incluso facultades como Educación e Inef debieran posicionarse en la educación en la salud tanto mental como física, según el concepto integral de salud de la OMS. No digamos ya Fisioterapia y Enfermería. Hasta algo tan nimio como el tema editorial (donde León tuvo su cúspide), podría retomarse con publicaciones especializadas al efecto. Sino, miren el proyecto de 3D de HP en la antigua Everest. Las piezas y prótesis serían otro añadido en este embarque. 

Además, al fabricar productos y ampliar nuestra razón de ser más allá de la hostelería y el turismo, León necesitaría un buen polo logístico para favorecer la distribución y acogida de productos e insumos. Ya no habría más excusas gallardas, quiñónicas o cendónicas para retrasar Torneros. 

Decía Santo Tomás, tomando la aserción de Aristóteles, que la totalidad es mayor que la suma de partes. 

Podemos seguir sesteando como nuestros políticos, rectores o responsables universitarios. Pero, a esta tierra que ya la han metido el estoque, sólo le falta la puntilla. Y de nosotros depende, que incluso un mal puntillero, levante al toro leonés del letargo histórico. 

La galvana y la molicie, tan típicas de esta tierra y del animal homónimo que le da nombre han de ser el preludio de una faena de dos orejas y rabo: ¡Facultad de Farmacia para León!

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