Diario de León

EL BIERZO ■ ESPECIES EN PELIGRO

El Alto Sil pierde una incipiente zona de reproducción osera por el fuego

Las cortadas rocosas del entorno quemado se habían convertido en lugar para hibernar y parir.

Estado en el que el incendio ha dejado parte del monte quemado en Páramo del Sil. B. A. C.

Estado en el que el incendio ha dejado parte del monte quemado en Páramo del Sil. B. A. C.

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León

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maría carro | ponferrada

A falta de un recuento oficial del número de hectáreas que ardieron, durante días, en los montes de Palacios y Páramo del Sil, la Fundación Oso Pardo (FOP) estima que han sido alrededor de 400, según los primeros cálculos de los técnicos que han trabajado sobre el terreno. Se ha quemado mucho monte y, sobre todo, el alimento que había llevado a un grupo numeroso de osos a asentarse en la zona quemada para engordar antes de hibernar. Lo peor es que, sin vegetación, la zona pierde la cualidad de reproductora que había adquirido en los últimos años. Cortados y escarpaduras rocosas han venido sirviendo a los plantígrados no sólo para pasar a cubierto el duro invierno, sino también para parir. Ahora, el fuego ha comprometido esta función porque, sin vegetación, los animales no tienen como hacer el colchón con el que aprestan el agujero.

«A los osos les gustan los lugares espesos de vegetación, donde se pueden refugiar. Además, varias zonas quemadas son escarpaduras rocosas que buscan para hibernar y parir. Al perderse la vegetación de todo el entorno, pierden la utilidad como tal. Hay que tener en cuenta que, para hibernar, el oso no hace una agujero y se mete, sino que crea un colchón dentro de la osera, con ramas, con musgo y con todo tipo de vegetación, sobre el que duerme y pare», explicó el guarda de la FOP Luis Fernández. «Por lo tanto, como lugar reproductivo es posible que se pierda durante un tiempo», concluyó.

Las llamas que arrasaron este monte del Alto Sil, entre Matalavilla, Montrondio y la presa de Ondinas, se llevaron por delante importantes masas de robles, sí, pero sobre todo otras plantas que no tienen el mismo poder de supervivencia que el roble y son parte importante en la alimentación de los plantígrados, como los avellanos, los arraclanes, escuernacabras o, incluso las zarzas.

«Hay una serie de plantas que no son tan llamativas pero que sí son importantes. Es verdad que hemos visto algunos robles caer, pero muchos volverán a tener hoja en primavera y si el año es bueno, también bellotas. Pero estas otras plantas no admiten el fuego de la misma manera, tendrán que volver a crecer desde la raíz y van a tardar años en volver a dar fruto», dijo Luis Fernández. He aquí otro problema.

No obstante, lo osos no se han ido muy lejos. La entrada del valle de Salentinos o, hacia el sur, Santa Cruz y Anllares, son posibles lugares de acogida donde sigue habiendo bellota y donde, además, ahora hay castañas, que aportan también las proteínas que el oso necesita para generar reservas. Eso sí, la sequía ha hecho mella en los castaños y el volumen de alimento es bastante reducido.

«Ahora mismo necesitan una ingestión muy fuerte de proteínas, sobre todo, bellotas, hayucos y castañas», apuntó Fernández. La gravedad de la situación que ha tenido que enfrentar esta especie protegida en el Alto Sil es que, sin hayucos, con lo justo de castañas y una vez que el fuego ha acabado con la zona más importante de bellotas, tendrán que arreglárselas como puedan y hacer gala de esa cualidad de supervivencia que han demostrado en un año especialmente malo por culpa de la climatología.

«Los osos son expertos en sobrevivir. Sin cerezas, sin arándanos, en un año con muy poca alimentación, pensábamos que, cuando se dejaran ver, iban a estar famélicos y en malas condiciones; pero lo cierto es que los encontramos razonablemente bien», ejemplificó el guarda de FOP, asegurando que incluso cuando el fuego estaba vivo y el humo envolvía el ambiente, los osos seguían en la zona. Su marcha fue paulatina, no huyeron de golpe.

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