Diario de León

EL ETERNO OLVIDO DE LOS PUEBLOS

A ojo de águila desde la cima de la Peña del Seo

El alcalde de Corullón echa en falta mayor apoyo a la recuperación del patrimonio industrial relacionado con el wolfram

Ponferrada

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Como si de una señal mesiánica se tratara, al cartel que reza sobre la puerta del «cementerio» de Cadafresnas (Corullón) le desaparecieron dos letras, la «e» de eterno, y la «o» de olvido. «Eterno olvido» es lo que se aprecia en estos pueblos renqueantes de habitantes y montañas de brutal belleza natural.  

El Bierzo lleva décadas centrando la promoción turística oficial en algo tan fundamental y necesario como son Las Médulas, Peñalba de Santiago, el castillo de Ponferrada y algún paraje más, ahora en declive por falta de ambición, como el Morredero. Funcionan relativamente bien el Catoute y Miravalles, pero los otros valles y picos del Bierzo Suroeste parecen no existir para el gran público turístico; salvo algunas excepciones como el Hayedo de Busmayor y la ruta prefijada del Camino de Santiago. Y, ciertamente, el potencial se certifica perdiéndose a pie o en coche por esas montañas de Corullón, Barjas, Oencia, Sobrado, Toral, Balboa, Villafranca o Vega de Valcarce, llenas de valles surcados por ríos y arroyos.

Un ejemplo del gran valor postergado lo encarna la cumbre de la Peña del Seo. Sudando bien la camiseta si no se está entrenado, desde la base cuesta subir a pie menos de dos horas, pero la recompensa en la cima de 1.576 metros es inmensa. Estar allí arriba gratifica el espíritu de tal manera que el tiempo parece detenerse por momentos. Y esa quietud natural recarga el alma para sobrellevar peores momentos.  

El poblado minero visto desde la peña del Seo. M. F.

Con un simple giro de cabeza se puede apreciar desde el alto de la Peña del Seo lo ínfimo que parecen los picachos anaranjados de la mina de oro de Las Médulas (se ven también las de La Leitosa), así como las cumbres de Campo das Arcas, dando silueta al valle bajo del río Cabrera, o los límites con la gallega Valdeorras y O Courel. También la imponente cordillera de montañas y valles profundos que dibujan pueblos de postal como Mosteirós, Peñacaira, Corrales, Cadafresnas, Dragonte, Viariz, Villagroy, Hornija. Y por supuesto, alzando la vista de la falda de esta montaña del Ayuntamiento de Corullón, dónde se ven los restos de la mina y el poblado minero, quedan grabadas en la retina las imágenes de las cumbres de Ferradillo, Aquiana y Morredero, amén del Teleno o el Pajariel. Hasta se desdibuja a lo lejos la figura marrón vertical —a modo de Tetrix— de la Torre de la Rosaleda, en Ponferrada. No faltan las chimeneas sentenciadas a muerte de la térmica de Cubillos del Sil y los vértices montañosos de Laciana con Asturias y los Ancares con Galicia.  

Desde las alturas de la Peña del Seo, el viento limpio hace al caminante ser consciente de sus limitaciones. Le recuerda que en las entrañas de ese macizo rocoso retumba la memoria de historias reales de rudo trabajo minero, en años de supervivencia y estraperlo del wolfram, el mineral que tanto codiciaron en la segunda Guerra Mundial los alemanes para endurecer la aleación del acero, con el que construían tanques y otro material bélico, y que hoy, vale lo mismo que la antracita del Bierzo: Nada.  

Dos letras faltan a la entrada del cementerio. M. F.

INSECTOS, AVES Y FÓSILES  

Sobre el cielo de la Peña del Seo suena el cantar de las choyas y por el sendero se pueden ver gatas peludas de color negro y anaranjado, así como restos de líquenes de millones de años decorando piedras metamórficas cubiertas por océanos. Hoy el paraje rezuma naturaleza y la gran montaña parece alzarse como la gran dama que sigue siendo: Imponente, elegante, sencilla, luminosa, bella y ruda sin maquillajes.  

A muchos de los lectores les podría pasar desapercibida, pero es uno de los picos planos que se ve desde casi todos los puntos de la olla central del Bierzo, y que puede servir de referencia para los que peor se orientan. Una especie de faro visto desde el Este y centro de la comarca, donde suelen caer las primeras nieves.  

La Peña del Seo depende de Corullón, y su alcalde, Luis Alberto Arias, al igual que el resto de municipios colindantes, quiere aprovechar más su potencial de visitas. Tiene en marcha planes para un refugio en el poblado y mejorar las rutas. Recuerda Arias que Corullón no puede ser olvidado en las ayudas para la recuperación del patrimonio industrial del carbón por su arqueología del wolfram. Está dispuesto a empezar obras con sus pobres medios, pero espera que le ayuden. Lo merece.

 

Luz del atardecer en Cadafresnas con la Peña al fondo. M.F.

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