Diario de León
Publicado por
MANUEL CUENYA
León

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DONDE estén los alimentos frescos, que se quiten los congelados. Esto dicho así puede parecer obvio. Pero si indagamos algo más en nuestras peculiaridades, la cosa ya no resulta tan sencilla como a primera vista podría parecernos. Hace algunos años se impuso, en el Bierzo, en algunos pueblos y aldeas del Alto Bierzo, la moda de los «arcones» y/o congeladores a lo grande, en los que a priori se pueden congelar los cerdos del San Martino, los fréjoles, tomates y hasta un buey, cornamenta incluida. Incluso podríamos utilizar el arcón de marras, llegado el caso, para echar una siestecita eterna, en espera de tiempos mejores, en espera tal vez de un tiempo en que la ciencia nos devuelva la vida una vez más. Y así hasta siete veces. Como si fuéramos gatos en el país de los helados color frambuesa. Cada cual que congele lo que crea menester, que ya somos mayorcitos para saber lo que nos gusta, nos satisface y nos devuelve a nuestra infancia más feliz y dichosa. Me está entrando como una vena nostálgica, bucólica, que quizá no venga a cuento. Pero uno es así, que se le va a hacer. Donde estén unos buenos alimentos, fresquitos y en su punto, que me quiten cualquier congelado. Prefiero un alimento fresco, el que sea, a un manjar congelado, suponiendo que haya manjares congelados, que ya es mucho suponer. El congelado está bien por si las moscas, valga la fraseología, y cuando uno se ve en apuros. Ah, me olvidaba que en el congelador tengo carne, calamares, croquetas y filetes de pescado, le puedes decir a los familiares de turno. Uno, en todo caso, no es adicto a los congelados, ni siquiera nos gusta tener congelados en el frigo. Esa es la realidad. A lo mejor es un error. Pero es un error fresco. Lo que resulta sorprendente e increíble es que alguna gente congele carne durante más de un año y se atreva a consumirla. «Es carne de confianza», te dicen. Vale, lo que tú quieras, pero me temo que esa carne de confianza podría salir de ese trasto en forma de carne de desconfianza. Tú verás. Yo no me atrevería a echarle bocado. Prefiero, si te parece bien, comer un huevo frito y un trozo de chorizo curado. Según expertos en alimentación, los congelados deberían ser consumidos una vez cumplidos los tres meses de congelación rigurosa, porque pasados muchos meses, y no digamos un año, las grasas comienzan a enranciarse y las carnes pierden valor nutritivo. Muchas personas tampoco saben cómo es el proceso de descongelación.

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