Diario de León
Publicado por
JORGE VILLA
León

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EL EDESSA es de esos bares que uno busca en todos los lugares que ha conocido. Guarda el donaire y extraño refinamiento de las épocas que nunca vivimos, de las palabras que no llegamos a pronunciar, de las mujeres que una vez amamos y del tiempo, que sólo en el arte y en los bares vuelve atrás. Este antiguo Banco Urquijo desmantelado desprende la misura de un Café decimonónico con pátina de progresía ochentera. Si cierto es que cada hombre posee el infinito en su alma, el Edessa propicia que uno se pierda por esos lares místicos con toda tranquilidad. El placer del buen rollo a la vera de lo que uno tome, siempre encuentra coincidencias con los mismos y a las mismas horas. Un reducto de paraíso perdido, una decadente modernidad. Un clasicismo que encuentra sus leyes en sí mismo y se atiene a ellas, que diría Cioran: «Que vive en un presente sin historia, en tanto que vivimos en una historia que nos impide tener presente». El hogar de los Peter Panes y de los que recuerdan que una vez lo fueron. Un piano que nadie tocó, un balcón-terraza más castillo, el antiguo despacho del director, El País y el Diario de León, la columna de Tonto que publicó un día Millás, la moderna máquina de tabaco y la de toda la vida, Raquel como la Vienna de Johnny Guitar pero en más guapa, Jorge Pombo con CDs y su bici candada fuera, Chefi como la mejor Anna Magnani que se conozca. Nina, Mayte, Espe con su sempiterno y humorístico encanto y su Nunca Mais chapeado en visera, Mariana, Ricky cuan arbejo mandando en plaza o de marcha,¿Y todos los que no menciono pero menciono, los habituales, los esporádicos (entre los que me incluyo), los que ya nunca van, los de por la mañana, los que lo cierran de madrugada, los del domingo, los que parecen formar parte del decorado. Todos. Porque uno habla del Edessa que conoce y siente en estas pocas líneas que no dan ni para un digno obituario, pero hay tantos, y más acertados en su definición, Edessas en la plaza de La Encina como clientes acuden. Vamos a echarlo de menos. Porque, aviso para algún despistado, el sábado lo cierran y como me decían el otro día no sé qué vamos a hacer, cómo se cubrirá este vacío. Porque si este Edessa, el bar de Nina, deja de existir, como así parece, sólo Nina & Cia dan la impresión de poder reinventarlo y, lo que es más y ojalá no me equivoque en la elucubración, de querer hacerlo. Aunque sea en otro lugar. Pero en fin, el sábado lo cierran y seguro que alguno, ya esa noche, lo mirarán con nostalgia.

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