Festival y el Congo

NOS ENTERAMOS que por fín los cortometrajes del año pasado de la Escuela de Cinematografía y Artes Visuales de Ponferrada salen a luz pública y fuera de nuestras fronteras. A partir de hoy todas las peliculitas se podrán ver en Valladolid dentro de una especie de festival que organiza Uni junto con la Fundación Cristóbal Gabarrón. Grandísimo momento para descubrir cómo saben los errores y aciertos en el camino hacia la vida laboral cineística. Cómo entiende un público anónimo los primeros pasos en esto del Séptimo Arte de unos aprendices. Si funciona, para un público que no ha participado en las prácticas, ese chiste o ese gag mil veces trabajado, Si de repente alguien se ríe cuando no procedía. Digamos que a partir de mañana las prácticas del año pasado comenzarán a respirar, vamos digo yo. De repente llega el momento de que estos cortometrajes se los empiecen a explicar el público a sus pergeñadores y mucho se podría sacar en claro del asunto. Mientras tanto, por el Campus de Ponferrada, la vida sigue casi igual. Exámenes finales, calor de sofoco y cinco jóvenes estoicos cainistas que ante la llegada del pródigo Pablo Peris y a modo de albricias se dejaron rodar Castillo Templario abajo como Dios les trajo al mundo pero más desarrollados. Libertad total sin ánimo de ofensa nada por el estilo. En estas se encontraban, haciendo el aborto, cuando llega la policía municipal y pretende detenerles por escándalo público. Les acusan de falta de educación y tras unos breves momentos de tensión la cosa se diluye en nada. Ni detención no leches. Les dicen a estos criminales que les llegará multa y que se vayan pá el Congo, asunto todavía incomprensible para aquellos quienes contemplamos el suceso. ¿Será que en ese país africano todo el mundo rueda en pelotas alrededor de los castillos? ¿Será que los castillos templarios de El Congo son más imponentes y bonitos que los de Ponferrada? No lo sé, pero me parece una historia tan surrealista como simpática aunque creo si alguien hiciera un cortometraje sobre eso resultaría tan incomprensible y aburrido como maravilloso el fin de semana que pasamos con el Peris desde lo del altercado conguero hasta el domingo de madrugada cuando de nuevo se exilió. Cuasi-detención en paños menores, viaje en furgoneta a Ferrol o lo que se denominaría romería Katusiana (por Katu, claro está), conciertazo bucólico angustioso, madrugada poética en la playa, congelación cantábrica, cena-abuso en Vigo pagando el pan a cinco euros.