Diario de León

Pedro Ruiz: «Yo también formo parte de la pandilla de mamones, el hecho de mamar viene del nacer»

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Carlos Fidalgo - ponferrada
Ponferrada

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Todos somos mamones. Todos hemos mamado. Son los matices de la conducta los que nos diferencian a unos de otros. Este es el punto de partida del nuevo espectáculo de Pedro Ruiz, actor, presentador, showman y «un raro ejemplar de hombre libre y lúcido», en definición de Antonio Mingote, que ayer viajó a Ponferrada para ofrecer una única sesión de Pandilla de mamones en el Teatro Bergidum. Retirado de las pantallas tras su paso por «La noche abierta» y en vista de que TVE, dice, no le ha dejado poner en antena un talkshow como el de Buenafuente, Ruiz ha vuelto al teatro, su verdadera vocación, con una pieza donde la improvisación y las sorpresas forman parte del juego escénico. «No es un monólogo. Hay música en directo y aparece gente muy conocida por sorpresa, nunca hago el espectáculo igual», advierte sólo dos horas antes de subirse a las tablas del Teatro Bergidum. Ruiz tiene claro que el título de su espectáculo nos atañe a todos, empezando por él. «Yo también formo parte de los mamones. Pandilla de mamones podría traducirse por grupo de lactantes. Desde el punto de vista biológico estamos todos incluidos. Luego ya vienen los matices de la conducta, pero el hecho de mamar proviene del nacer», declaraba en una casi improvisada rueda de prensa previa al espectáculo. Un adorno del sistema Pedro Ruiz, por lo demás, no dejó de hablar ayer de su ideario, y de su concepción de la vida, que traslada cada noche a su espectáculo sin ninguna cortapisa, aunque no espere mover montañas con la música y con la palabra. «El teatro es un adorno que el sistema se permite porque no cambia las conciencias ni el voto», decía ayer un hombre que presume de no haber votado nunca y que no se cansa de decir que los medios de comunicación no dejan nunca de ser la voz de su amo, y que los políticos, desde Bush o Kerry, «hasta los barrios del imperio», son títeres de algún poder económico, que al fin y al cabo es el poder real.

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