Diario de León

CUATRO GATOS

Ritmo en nuestras vidas

Publicado por
RAQUEL PALACIO VILA
León

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CON ESTE devenir de esta nuestra sociedad en este nuestro lugar del mundo, hemos dejado en el baúl de los recuerdos ancestrales algún que otro tesoro genuino y primigenio. En nuestro camino hacia y sobre el progreso nos vamos despojando de cosas que luego, con la visión de lo hecho, revalorizamos y vemos que eran buenas, válidas, importantes. Ocurre desde hace rato, por ejemplo, con los muebles que tanta gente tiró a la basura o abandonó en casas. Ocurre constantemente con la música, y la música nos lleva a la raíz, a la base rítmica que llevamos dentro. Desde hace dos años y medio viene funcionando la Asociación Cultural «Percus», con su plantel de unos treinta socios, con la intención de hacer llegar el arte de la percusión a todo aquel que quiera aprender. Y de aprender se trata, porque según Luis, el profesor, suelen darse ciertos fenómenos habituales: el miedo a hacerlo mal y la creencia de que uno no tiene ritmo. Lo cual debería tranquilizarse pensando que se va a aprender, no a hacerlo bien desde el primer momento, y la consciencia de que cualquiera que sea capaz de seguir, inconscientemente, con la suela del zapato o con palmadas el ritmo de una canción, es por tanto capaz de seguir un ritmo y por tanto lo tiene. Otra cosa es para qué lo quiere. Otra cosa es crear. Y otra cosa es hacer las birguerías que sólo da la práctica. Pero tenemos un miedo terrible a hacer las cosas mal, la costumbre terrible de compararnos con quien las hace bien y dar por sentado que la capacidad es un pastel repartido entre unos pocos y que para nosotros no hay. Si dejamos a un lado estas creencias y nos dejamos enseñar, descubriremos que podemos hacerlo. Hay clases de batería y de percusión con djembés, congas, bongos. Hay cursillos impartidos por gente de fuera. El pasado agosto tuvo lugar el Primer Festival de Percusiones «Festitam», con la colaboración de Seydu, músico de Sierra Leona, acompañado de sus colaboradores venidos de diversos puntos del continente africano, cuna y casa de los tambores del alma. Otro de los frutos de la iniciativa han sido las «batucadas» organizadas para Carnaval, grupo de aprendices y aprendidos, aventajados e iniciados que juntos, consiguen aunar cualidades en ritmos de esos que no dejan quieto a nadie. Si esta es su espinita clavada, ya saben dónde acudir.

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