Diario de León

| Reportaje | La iglesia, al aire libre, como en sus orígenes |

Una misa en las calles de La Rosaleda

La parroquia ponferradina, que aún no tiene templo, celebró ayer su fiesta del Buen Pastor como se hacían los primeros sermones, al aire libre, en una eucaristía sin complejos y si

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Marga Luengo - ponferrada
Ponferrada

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La parroquia de La Rosaleda protagonizó en la tarde de ayer un acto sin precedentes en la comunidad religiosa de la capital del Bierzo. Sin complejos y sin importarles que su iglesia no tenga paredes, más de un centenar de personas participaron en la celebración de la fiesta del Buen Pastor, el patrón de la más joven parroquia ponferradina. Su párroco, Máximo Álvarez, acompañado de cuatro sacerdotes más, entre los que se encontraba el rector de la basílica de la Encina, Antolín de Cela, ofició la primera eucaristía que se celebra en el barrio, un momento que no dudó en calificar de «histórico». En un improvisado altar al que no le faltaba detalle, los niños tuvieron un papel protagonista. Un total de 16 pequeños a los que el párroco imparte las clases de catequesis fueron los encargados de hacer las lecturas de la eucaristía. El lugar en el que se celebró ayer la misa es el mismo en el que más adelante se levantarán los muros que cierren la primera iglesia constituida en el nuevo barrio ponferradino. Máximo Álvarez mostraba su esperanza de que en este año comiencen las obras del templo, ya que afirmó que su tardanza atiende más a asuntos de tipo burocrático que de otra índole. No obstante, Álvarez aseguró que esta etapa de construir la parroquia sin iglesia «está siendo muy positiva». El párroco comparó la vida actual de la parroquia con la de una pareja de recién casados que viven de alquiler y que luchan por conseguir su propia casa. «Tengo ganas de tener la iglesia, pero es algo que tampoco me angustia, porque esta etapa está siendo muy positiva, ya que estamos trabajando con los pilares de la iglesia, con las personas, y estamos creando una iglesia que de verdad está viva», apostilló el sacerdote. Tras la celebración de la eucaristía, todos los participantes pudieron disfrutar de un sencillo vino español con el que pusieron el broche de oro a una tarde de convivencia en la que la iglesia volvió a lo que fueron sus orígenes, la calle. El buen tiempo fue, sin ninguna duda, el fiel aliado de una fiesta en la que los más de cien feligreses que acudieron pusieron todas sus ganas y su ilusión por hacer de la calle un lugar acogedor donde celebrar el día de su Buen Pastor.

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