Diario de León
Publicado por
CÉSAR GAVELA
León

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¿CÓMO SERÍA el obispo Osmundo? Tal vez un hombre bajito, fibroso, muy montaraz; pero lleno de fe y de pasión por Jesucristo. Un prelado de vida virtuosa y modesta, allá en Astorga. ¿Y cómo sería Astorga en el año 1081? La muralla romana estaría en pie, y la ciudad tendría mil habitantes, pongamos. O menos. Una diócesis remotísima, pero conectada a Roma desde el engarce mítico de la liturgia y de la esperanza. En aquel tiempo hacía poco que la iglesia había sufrido la gran escisión oriental, la de los ortodoxos griegos, con los que tan mal se lleva el Vaticano. Pero faltaban varios siglos para la aparición del protestantismo. La vida de una diócesis como la de Astorga, entonces, cuando ya llevaba 600 años de vigencia y rigor, sería la de la pobreza y el frío, los campos y los mulos; la incultura y las pocas cosas. Fue por entonces cuando Osmundo viajó al Bierzo, que era una tierra pura y verde, poco poblada, aunque bien dotada de árboles y lobos. Y en aquel oscuro momento de la historia, Osmundo inventó, sin saberlo, a Ponferrada. Que nació en torno a aquel puente famoso, pero que no sabemos como era. Puente humilde, seguramente, si bien de complicada construcción, dada la orografía del paraje. Luego pasaron 927 años de historia de la ciudad. Y aunque ahora estamos en el hoy, no nos olvidamos de Osmundo, de su idealización colectiva. Ese Osmundo mitrado que ahora también es una imagen en una rotonda. Una estatua que contribuye a la medievalización iconográfica de la urbe. Esa que tanto gusta a la gente y que es un acicate para esas cenas tremendas en castillos y monasterios donde tantos gozan y se disfrazan con túnicas y brocados. Osmundo en la plaza pública. Creo que Ponferrada está logrando, con estas vistosas reformas urbanas, que todos los barrios de la urbe se sientan cómodos e importantes. Porque lo son. Aquella ciudad tan fea y clasista de los tiempos de Franco, donde había calles de primera y calles de quinta categoría, con un intermedio mínimo, es ahora un burgo equilibrado. Sería faltar a la verdad no decir que hay diferencias entre unas zonas y otras, algunas irreparables, pero noto que la ciudad democrática, la que arranca en el primer mandato de Celso López Gavela, ha sido un continuo fluir hacia algo meritorio y justo: que cada zona de Ponferrada se sienta bien. La ciudad que era feísima, ahora resulta que es muy presentable; y, en algunas partes, hasta hermosa y atractiva. Si volviera Osmundo a aquel risco donde izó una pasarela, quedaría perplejo. Pero su fe en el más allá sería la misma. Y su mesura y su báculo.

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