Diario de León

VERLAS VENIR

OPINIÓN: ENREDOS VATICANOS

Publicado por
ERNESTO ESCAPA
León

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Mientras la competencia electoral anda a ver si se decantan las encuestas, que no dejan de liar el horizonte, y en Cataluña los empecinados siguen a lo suyo, aunque sin olvidar los pedidos de asistencia presupuestaria, porque las farmacias ya no se fían del sistema para seguir despachando medicinas subvencionadas. Cada cual a su bola, incluida la inquieta bartola. Es lo que ofrece el menú de este otoño, a la espera de que la comisión eólica empiece a mover las aspas. Porque el capítulo presupuestario, tal y como está la hucha, tampoco da más que rabia. Así que la noticia tuvo que bajar del cielo la tarde de difuntos con la detención vaticana de Lucio el contable del Papa y su Mata Hari Paquita Chaouqui. Un dúo nunca inadvertido en la curia por su atractivo cinematográfico. Resulta que la policía vaticana arrestó y detuvo el día de difuntos a monseñor Lucio, el contable que Rouco propulsó desde Astorga a la caja del Vaticano, y a Francesca, su cómplice en la Secretaría Económica. Ambos acusados de robos delicados y filtraciones sensibles. La sisa de documentos reservados y su divulgación interesada por las redes sociales sucede al Vatican leaks que retiró del papado a Ratzinger. Por lo que se va sabiendo, el material robado incluye grabaciones al Papa en sus reuniones confidenciales de Santa Marta. Porque Lucio y Paquita estaban en el círculo íntimo y reducido creado por el Papa jesuita para supervisar las cuentas y racionalizar los dispendios vaticanos.

El Papa Francisco mantuvo al frente de la Secretaría de Asuntos Económicos a Lucio Vallejo, quien fichó como colaboradora a Francesca, una conseguidora trepa, hermosa y moderna que enseguida levantó ronchas en la curia. Lucio, 54 años, es un bigardo con desenvoltura de icono cinematográfico. Paquita, 34 años, es una mujer deslumbrante y tuitera, que cuida su imagen seductora y acumula escándalos con ruido. Hace veinte meses, en febrero de 2014, Lucio contó a varias agencias que iba a ser confirmado como titular de la Secretaría Económica del Vaticano. Finalmente el Papa prefirió a un halcón maltés. Al parecer, malogró la expectativa la sonada fiestuqui organizada para celebrar la canonización de Juan XXIII y Juan Pablo II en la azotea de la prefectura económica con un gasto de dieciocho mil eurazos. En su transcurso, brilló como nunca Paquita, mientras Lucio acabó repartiendo hostias con un vaso del catering. Aquel montaje disgustó al Papa y su enfado enojó a Paquita, que se puso digna y atribuyó la denuncia a sus enemigos de la carcundia vaticana. Una vez detenido el dúo de la azotea, Paquita endosó a Lucio la comisión de todos los manejos sucios, que atribuyó al despecho por no haber sido confirmado en sus expectativas, y quedó en libertad. Lucio sigue detenido.

Una vez que supere el trance y mientras digiere la traición del embeleso, se aislará en el tomillar de Celada de la Vega, donde dispone de una mansión singular, propicia para el descanso y la reflexión. Aunque en eso, monseñor Lucio sigue la estela del apóstol de la buena prensa, Antolín López Peláez, quien hace un siglo construyó en Albares de la Ribera, al otro lado del Manzanal, su ideal de villa romana, sin esclavos y con habitaciones cómodas para alojar a sus frecuentes visitadores. Claro que el berciano fue arzobispo, senador y académico de hasta diez ramos del saber. Sin llegar a tanto, Lucio fue con más prisa y menos tiento hasta el tropiezo de la azotea.

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