Diario de León

Herrera: «Parte de lo que nos está pasando en el PP se debe a la soberbia de algunos»

El presidente de la Junta hace balance de su trayectoria, que defiende como «un balance de gestión muy positivo».

El presidente de la Junta por el PP, Juan Vicente Herrera, en los jardines de presidencia. EDUARDO MARGARETO

El presidente de la Junta por el PP, Juan Vicente Herrera, en los jardines de presidencia. EDUARDO MARGARETO

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ical | valladolid

El todavía presidente de la Junta de Castilla y León, Juan Vicente Herrera, que dejará el cargo en el que ha permanecido durante los últimos 18 años tras las elecciones municipales y autonómicas del 26 de mayo, atribuye «parte» de lo que le está sucediendo al PP «como organización» a la «soberbia de algunos». Así lo declaró en una entrevista publicada en su edición de ayer domingo por ‘Diario de Burgos’ en la que, acompañado por el actual presidente de las Cortes, Ángel Ibáñez, hace balance de sus casi dos décadas al frente del Ejecutivo autonómico, un puesto que deja sin sensaciones «de pena» ya que considera que ha sido «un privilegio y una oportunidad», algo que le permite abandonar el cargo «con la alegría de unos años que han merecido tanto la pena» y en los que la gente ha sido «generosa».

En esta entrevista, Herrera lamenta que haya quienes entienden la política local o regional como «una política de segunda», y les acusa de no haber tenido «la sensibilidad de escuchar» en casos como las políticas del carbón o de Garoña. En el caso de la minería estimó que si el PSOE «lo hizo mal», el PP tuvo ministros que trataron el tema «con gran desconsideración», porque aunque no se dude de que el futuro pasa por una transición energética, esta tendrá que ser «justa y razonable en tiempos, no una carrera», por lo que estimó que hubo «falta de entrañas en las políticas del Estado».

Garoña

Sobre Garoña, reconoció que había una dimensión de decisión empresarial que le llevó a pelearse con empresarios «muy poderosos» que consideró que «no se han portado bien con esta tierra». Herrera insistió en que a lo largo de su carrera política se ha encontrado con gente «muy soberbia» que tiene mucha preparación académica pero que «han viajado muy poco por aquí». Al respecto, el presidente de la Junta defendió que antes de formar parte de la política de Estado se necesita «saber lo que es la política de proximidad».

En este sentido, y en relación a Pablo Casado, Herrera estimó que está haciendo en seis meses «lo que no han hecho muchos políticos que han estado años en el Gobierno de la nación», tiempo en el que ha recorrido en varias ocasiones cada una de las provincias de la Comunidad, algo que para sus detractores «no es algo tan bueno», consideró. Tras casi dos décadas de Gobierno, Herrera no ocultó dejar atrás «dos frustraciones»: la primera de ellas fue la falta de apoyo «de quienes por otro lado me apoyaban incondicionalmente en la Presidencia del PP regional y del Gobierno de la Comunidad», donde consideró que se perdió una oportunidad y hubo que escuchar «cosas muy duras que se han confirmado falsas». Algo similar ocurrió en el caso del proyecto de la ordenación del territorio, que auguró que Castilla y León tendrá que afrontar «sí o sí», y donde ha encontrado «el peor de los conservadurismos de quienes lo entendían un ataque a los municipios, siendo todo lo contrario», aclaró.

En relación a los casos de corrupción que se han conocido en la Comunidad, reconoció vivirlos «con mucho dolor» y mantuvo que «la inmensa mayoría de quienes estamos en la actividad política» son «gente honrada y honesta». Herrera lamentó que la clase política haya «frivolizado» con algunos de esos casos y haya tenido «demasiada prisa por tirar estos casos unos a otros». Además, abogó por ser prudentes y no presumir porque «incluso en los mejores equipos se puede encontrar una manzana podrida».

Asimismo, reconoce haber intentado gestionar a las personas «con mucho afecto» y reclama ser «inflexibles» con la corrupción porque, como ante otras lacras sociales como la violencia contra la mujer, hay que tener «tolerancia cero», aunque descartó que Castilla y León sea «el puerto de Arrebatacapas» porque «se sigue valorando la honestidad» y la posibilidad de ir por la calle «mirando a los ojos a nuestros vecinos».

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