Diario de León

El invento del maligno

Tragicomedia

Publicado por
José Javier Esparza
León

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Las cosas que le pasan a Telecinco son para llorar o para reír, y no sabe uno si hacer lo primero o lo segundo. Para muestra, dos botones. Uno, la deserción masiva de anunciantes de La Noria, programa que se pasó de castaño oscuro con la entrevista remunerada a la madre del ‘Cuco’ y que ahora está viendo cómo le caen capones por doquier. La lista de marcas comerciales que han retirado su publicidad del programa de Jordi González es ya más larga que la lista de condenas judiciales de Telecinco, que tampoco es moco de pavo. Jordi reacciona exhibiéndose como víctima de la libertad de expresión, pero semejantes efugios, a estas alturas, ya no cuelan.

Y el segundo botón de muestra, éste en pleno registro tragicómico, es la denuncia que le ha caído a Acorralados, el reality de la cadena, por matar a un cerdo fuera de los procedimientos legales.

Resulta que a los cerebros privilegiados del programa no se les ocurrió mejor cosa que proponer a los concursantes una matanza de cerdo al denominado «estilo tradicional». Eso está prohibido por la ley hace mucho tiempo, de manera que la Asociación Nacional Animales con Derechos y Libertad (ANADE) ha denunciado al concurso y a la productora ante el Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil. Los que ya tenemos canas y somos de infancia rural sabemos cómo se mataba antes a un cochino y lo traumático que es o, más precisamente, era, porque hace tiempo que los procedimientos de sacrificio se han suavizado mucho. Matar un cerdo a la antigua y por las bravas es una operación muy cruenta, porque el puerco chilla mucho y sangra manantiales: colgarlo boca abajo, tajo al cuello, cuidadosa recogida de la sangre, etc. Cosas bastante escandalosas para la sensibilidad contemporánea, que es sobre todo urbana y está muy concienciada respecto al sufrimiento animal. Así que la barbaridad esta de Acorralados ha sublevado a gente que puede soportar la continua exhibición de zafiedad colectiva y procacidades varias, pero no tolera que se haga daño a un cerdito. Y esto último, con razón. Para reír y llorar.

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