Diario de León
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El invento del maligno rosa belmonte

Según la Egeda, Entidad de Gestión de Derechos de los Productores Audiovisuales, el género más popular en nuestra televisión es la ficción. Tampoco sorprende. En Panorama Audiovisual 2011, concluye que el 33,6% de la audiencia en 2010 vio series y películas, por delante del 21,2% que vio informativos.

También es verdad que de ficción hay 400 minutos diarios. El menor tiempo es el dedicado al entretenimiento (196 minutos), pese a lo que parezca. La Egeda proporciona datos a partir de divisiones convencionales. ¿Pero dónde está la ficción? La programación es un juego de trileros. El dónde está la bolita lo cambiamos por dónde está la ficción. A ver, de ficción es De buena ley. Por mucho que esté basado en casos reales, los que allí discuten son actores (los polemistas del público, famosos o no, son gritadores). Y solo faltaba en el circo Paloma Zorrilla como juez. En cuanto a los programas de entretenimiento, esos que tantos quebraderos de moral provocan, tienen mucho de ficción, de historias fabricadas, de hilos que se acaban, de hilos que los sustituyen, de hilos que se extienden y de hilos que resucitan (ahí está el asunto Ylenia otra vez). Y llega Ana Obregón a Más allá de la vida . Pero es que incluso hay ficción en el deporte. Es verdad que el sucedido tuvo lugar en una retransmisión radiofónica, pero lo mismo pudo haber pasado en la televisión porque sus protagonistas son igualmente televisivos. Me refiero a Manolo Lama, que abandonó la retransmisión del Inglaterra-España cuando faltaban 15 minutos de partido. Aparentemente, lo hizo tras una discusión con sus compañeros Paco González y Juanma Castaño a propósito de Raúl González. Se fue porque tenía que coger un avión con motivo de la operación de un familiar. Tras su marcha empezó el lío en Twitter. Breaking News: Lama abandona la Cope. Han tenido que explicar que acordaron camuflar las razones reales de su marcha.

Creían que la cosa no trascendería. Error. Por un lado, tenemos el infantilismo de determinada audiencia. Por otro, que los límites de la ficción son difusos.

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