Alguien

Hay programas que no pretenden marcar un hito en la historia de la televisión, ni inspirar decenas de libros de teóricos de la comunicación sobre semiótica y formatos. Llegan, simplemente, para cubrir un espacio de la parrilla y hacerlo con contenidos alternativos a los que la competencia ofrece en esa misma franja horaria, para captar así al público que no se identifica con propuestas establecidas. La Sexta estrenó ayer en su sobremesa Alguien tenía que decirlo, un espacio diario de crónica social en directo que promete ironía para aquellos televidentes que intentan esquivar la sobredosis de cotilleo rosa sin caer en los brazos de las telenovelas. En su promoción previa, ATQD ha jugado a erigirse en heredero de Sé lo que hicisteis , aquella visión cáustica de los espacios del corazón que llegó a ser bandera de La Sexta, pero sin ese recurso decisivo que sacaba de quicio a Paolo Vasile, la emisión de fragmentos de programas del corazón de otras cadenas. Porque la ironía cruel de SLQH no se limitaba a caricaturizar a los famosos, también se reía de los programas del género. Por su puesta en escena, Alguien tenía.. . está más en deuda con El informal , de Telecinco, con salón de hotel con amplios ventanales a pie de calle convertido en plató, reportera mona y tres presentadores procedentes de los monólogos de humor, que, por lo visto en el estreno, corren el riesgo de hacer bueno eso de que ni tres delanteros en una alineación garantizan goles ni tres humoristas en un plató, risas. Y no es por falta de esfuerzo o de ingenio, pero Rovira, Franquesa y Broncano tienen que adaptarse a las costuras y manejar con más calma un guion que pretende ser frenético aunque por momentos amenace con quedarse en caótico, lastrado por una sucesión interminable de secciones de apenas un minuto y con cabecera propia, que a menudo dan más sensación de atropellada tormenta de ideas sin filtrar que de propuesta definitiva. A su favor, están en La Sexta, donde son menores las urgencias por las cifras de audiencia.