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Puigcorbé: "Cataluña sigue siendo la locomotora de España en muchísimas cosas"

Auditorio Ciudad de León Hora: 21.00 Entrada: 20.5 euros.

Juanjo Puigcorbé junto a Pere Ponce en la obra ‘El crítico’.

Juanjo Puigcorbé junto a Pere Ponce en la obra ‘El crítico’.

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cristina fanjul | león
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El Auditorio alberga esta tarde un tour de force entre Juanjo Puigcorbé y Pere Ponce, que se enfrentan en un combate dialéctico en El crítico, la obra del dramaturgo Juan Mayorga, un ensayo sobre la importancia del arte en la vida y sobre la necesidad de los demás en la formación de la conciencia.

—¿Qué es el crítico?

—En primer lugar, es la posibilidad de trabajar en una obra de Juan Mayorga, uno de los autores más reconocidos del teatro contemporáneo, un guinista con un gran horizonte internacional y, desde el punto de vista de la obra, es el encuentro entre un autor y un crítico, un combate dialéctico sobre la importancia de la mirada del otro, sobre la necesidad de reconocimiento, sobre la vida.

—¿Qué papel juegan los críticos?

—Un papel muy importante. Desde que el arte dejó de ser consumido de manera exclusiva por la aristocracia y entró a formar parte de la vida de la burgesía, los críticos se convirtieron en los mediadores entre el artista y el público. Juzgan al artista y los mejores son capaces incluso de ver el talento en el momento de su nacimiento. Les tengo muchísimo respeto.

—Pero ¿qué papel dejan al público? ¿En qué lugar queda su mirada?

—Pues, toda. El público es que el paga, el que compra, el que asiste al teatro y al cine, en una palabra, el que refrenda. Pero, si no existiera el crítico, todo estaría en manos de las multinacionales, que harían una promoción brutal y el resto quedaría relegado.

—¿Por qué necesitamos la mirada del otro? ¿No desvirtúa la construcción personal?

—El hombre es un ser social y necesita la mirada de los demás desde que nace. Podemos ir al desierto, pero al final todos necesitamos regresar. Esta percepción está presente en la obra, y sus personajes van transformándose a medida que avanza su conversación.

—Dice en una entrevista en Jotdown que si se hubiera invertido en cultura lo que se ha destinado a deporte, España sería uno de los países más importantes desde el punto de vista cultural. ¿No cree que es algo premeditado? Es más fácil distraer con la copa del mundo que con poesía.

—Jajajaja, sí, pero hay que tener en cuenta que el triunfalismo es peligroso. Se puede perder. No, en serio, el problema es que no se puede desvincular cultura y educación y hay que invertir en educación, sólo así la sociedad comprenderá que hay productos culturales que hay que proteger.

—Eso es difícil en la crisis actual

—Sí. Las familias están sufriendo una crisis brutal y su poder adquisitivo se ha reducido de manera alarmante. Encima, se pone el IVA cultural al 21% para darle la puntilla.

—¿Caput a la cultura española?

—Pues lo que ocurre es que destruir es muy fácil, pero construir es muy difícil. Y cuando se acaba con la cultura nacional, su mercado es copado por productos extranjeros que se adueñan de él rápidamente.

—¿El chauvinismo francés es el camino?

—La protección de la excepción cultural francesa es uno de los caminos, que además ha demostrado que da sus frutos. Francia sabe que su cultura es su punta de lanza. Nosotros, además, tenemos un lenguaje que hablan 400 millones de personas, y no lo sabemos aprovechar.

—¿Cree que el gobierno dará marcha atrás?

—Pues no lo creo, porque ni siquiera se molestan en dar razones. Si las dieran, se podría discutir y argumentar, pero aquí nadie entienden las razones de subir el IVA y acabar con el tejido productivo de la industria cultural.

—¿Nostalgia del despotismo?

—Puede, pero éste no es ilustrado.

—¿Cómo ve un catalán que vive en Madrid el panorama cultural en Cataluña?

—Cataluña sigue teniendo una cocina cultural magnífica. Creo que el cincuenta por ciento del teatro que se hace en España procede de allí y sigue siendo la locomotora de muchísimas cosas en este país.

—¿No considera entonces que el nacionalismo está pervirtiendo el orden cultural?

—No. Yo creo que hay campañas de desprestigio muy bien dirigidas y hay gente que quiere incendiar el el país. Yo vivo en Madrid, pero soy catalán y creo en Cataluña. Todos deberíamos poner serenidad en la discusión. La consulta, por ejemplo, debe realizarse y los catalanes deben decidir su futuro. El problema es que hay demasiada calumnia cruzada. Es un hecho que Cataluña está arruinada y no es razonable que una comunidad tenga que mendigar. Si ante esta cuestión, que es real, se opta por insultar o distorsionar con argumentos como que la culpa la tiene el gasto en embajadas, lo único que se consigue es multiplicar el problema. La gente no es tonta y, a veces, reacciona de manera alarmante.

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