Diario de León
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Crítica de televisión boquerini

Hay rostros que sólo están al servicio de una cadena, que los explota mañana, tarde y noche. Esto es lo que hace Telecinco. Los mismos de Gran Hermano, de Supervivientes, de Acorralados, de Sálvame ahora han decido pasar el verano, de nuevo todos juntos en Campamento de verano, una verdadera cutrez que hace buenos los clónicos anteriores.

Pero en medio de esta fauna, está la escritora Lucía Etxebarría. ¿Qué que hace allí? Pues, ella misma lo ha dicho, ganar un dinerillo para poder pagar una deuda con Hacienda. Hace unas semanas veíamos en El intermedio cómo una reputada científica se había presentado a un concurso de televisión para lograr un dinero con el que ayudar a la investigación en el laboratorio donde trabaja, después de que el Gobierno le retirase toda subvención.

¿Se acuerdan ustedes de aquella maravillosa película de Sáenz de Heredia, Historias de la radio ? En ella, un impagable Pepe Isbert, que había inventado un ‘pistón’ y no tenía dinero para patentarlo, se presentaba a un concurso radiofónico vestido de esquimal para lograr el premio que le permitiría obtener la patente. Hemos retrocedido 60 años y estamos de nuevo como en los 50. Si hace unas semanas era una investigadora la que recurría a un concurso en busca de fondos, ahora es una escritora, pero con un motivo más pedestre, pagar a Hacienda. Y el fisco frotándose las manos porque cobrará por partida doble, logrará que Lucía Etxebarría pague su deuda y además obtendrá un pequeño ingreso extra del tanto por ciento correspondiente del premio que pueda lograr la escritora. Que no están las cosas en el Ministerio de Hacienda como para despreciar unos cuantos eurillos. También se frota las manos Telecinco. «El tener en el concurso a una escritora que ha ganado el Nadal y el Planeta supone que este es ya un programa intelectual», dijo Jimmy Giménez Arnau, y se quedó tan pancho. Estos concursantes se habían presentado como scouts, pero los grupos de boy scouts españoles pusieron el grito en el cielo, con más razón que un santo. Así que ahora son exploradores ¡Qué pena que el doctor Livingstone no pueda ya levantar la cabeza!

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