Diario de León

OPINIÓN

Goles son amores

Rosa Belmonte

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León

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No sé si ha llegado el momento de meternos con El tiempo entre costuras, una vez que ya puede defenderse sola. Volver a los extraordinarios guiones y a los cuatro duros de Isabel, que se ha quedado arrinconada (a ver el lunes). Tras la literatura hagiográfica mortuoria, no es que haya llegado el momento de meterse con Manolo Escobar, que no hay necesidad alguna, pero sí convendría recordar Goles son amores, ese maravilloso programa que Telecinco perpetró en 1992. Una descabellada idea para las noches de los lunes. Manolo Escobar, Loreto Valverde y las Cacao Maravillao para hablar de fútbol. Para recordarlo bien (que la memoria es traicionera y juguetona), tiro de ‘Telebasura española’, el libro de Fausto Fernández, a quien podemos ver en el Tentaciones de Canal +. «Un absurdo de sexo y pelotas, de fandanguillos, pasodobles e inanidad mental». Por allí pasaron tipos elegantes como Poli Díaz y Mickey Rourke, que chutaron en la portería que tenían en el plató. Vemos eso ahora y nos reímos mucho. Mucho. Pero en realidad, si lo pensamos bien (o mal, que es lo que más nos gusta), ¿hay mucha diferencia con los ‘puntospelotas’, ‘jugones’ tikitakas y otros artefactos de ahora? ‘Goles son amores’ podría ser perfectamente una parodia del añorado ‘Homo Zapping’ de este tipo de programas. Me imagino un ‘sketch’ que consistiría en que cada vez que Siro López, Tomás Roncero u otros lloraran porque ha perdido el Madrid, de pronto salieran las Cacao Maravillao con sus plumas en un pasacalles por el plató de césped artificial para quitar las penas. Siempre hay un más difícil todavía. Cuando crees que Guti puede ser lo más chistoso que se puede añadir al divertido circo de Pedrerol, llega Rafa Guerrero (Rafa no me jodas) y aquello mejora. Pero está también el programa de Pedrerol al mediodía en La Sexta (Jugones) con Lara Álvarez. La chica suele acabar bailando, como Ana Obregón acababa en la ducha de ‘¿Qué apostamos?’. Es todo muy adictivo. Por loco. Como ‘Goles son amores’.

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