Diario de León
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Crítica de televisión mikel labastida

Durante años creí que Ana Blanco era un robot. Ella aparecía todos los mediodías con idéntico corte de pelo indiferente ante cualquier moda; con el mismo semblante, que igual servía para dar la noticia de un atentado en Arizona que para anunciar que La Oreja de Van Gogh sacaba disco; ajena a cualquier polémica, acusación de manipulación o cambio de Gobierno.

Nada alteraba al que era peso pesado de los Telediarios de TVE. Solo recuerdo haberle observado en una ocasión un movimiento propio de humanos cuando una cámara la sorprendió soplando en la mesa del estudio a una presunta mota de polvo y ella puso cara de susto al darse cuenta de que estaba en directo. El vídeo circula por Youtube por si alguien quiere recordarlo. Blanco nunca cambió, su forma de informar no varió, fueron otras circunstancias las que, al parecer, le apearon del pedestal en el que vivió durante muchos años. El caso es que llegó un día en que la que fue reina perdió el favor de sus súbditos y se convirtió en un ser terrenal, vencible como cualquiera. Entonces se habló de la pérdida de credibilidad del ente público o del escaso seguimiento de los espacios que precedían al Telediario pero nadie pensó que Blanco había dejado de ser eficaz.

Con Matías Prats ha sucedido algo similar. Ha sido en los últimos siglos el referente informativo de Antena 3 y ha ganado todos los premios posibles, pero nada de esto ha impedido que sea destronado y que el suyo se convirtiese en el noticiario menos competitivo de su franja. Los malos datos se han achacado a que el concurso Atrapa un millón no deja un buen arrastre, algo que sí logra Pasapalabra en Telecinco, pero nadie ha cuestionado el trabajo de Prats. Lo destierran al fin de semana, pero su valía sigue siendo incontestable. Tal vez habría que hacer un análisis de la importancia del presentador de informativos, porque si es verdad que ellos nunca son responsables de los fracasos tampoco lo han de ser de los éxitos. A ver si resulta que lo mismo da que sea un loro el que dé la cara en un Telediario, siempre y cuando éste vaya precedido de un programa con mucha audiencia.

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