Diario de León

TOROS

Los ‘victorinos’ de León

Victorino Martín destaca la línea de trabajo del hierro leonés Valdellán El ganadero aúna en Cáceres tauromaquia y turismo.

Victorino Alonso gestiona un ganadería emparentada genealógicamente con Valdellán, de Sahagún. FERNANDO OTERO

Victorino Alonso gestiona un ganadería emparentada genealógicamente con Valdellán, de Sahagún. FERNANDO OTERO

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A. Domingo | León

León recibió ayer la visita de uno de los grandes de la tauromaquia española. Victorino Martín Andrés, un hombre de campo, veterinario de los que se remangan para atender a sus reses, y sobre todo, empresario, que ha sabido aunar la cría del toro bravo, el potencial turístico de su ganadería, la gastronomía extremeña y la elaboración de vinos, al igual que León trata ahora de sumar patrimonio histórico-cultural y natural y su saber culinario para atraer a los visitantes.

Pero la relación del personaje con León no se limita a un modelo de oferta turística. Ha colaborado con la Facultad de veterinaria de la Universidad de León en varias investigaciones y la de Victorino es una ganadería que procede del mismo nicho —«somos parientes lejanos», explica— que la de Valdellán, de Sahagún. Ambas coinciden este fin de semana en la Feria de Vic-Fezensac y el de Cáceres destaca el trabajo en su pariente leonesa, en la misma línea que el suyo: «Trabajan bien. Buscan toros encastados, más para el aficionado que para el torero». Y destaca la elaboración de cecina de toro de lidia, algo impensable en Extremadura por su clima, que impediría curar las piezas.

Al hierro que hace casi cien año fundó su padre —un 29 de mayo de 1919—, la cría de toro de encaste Marqués de Albaserrada-Saltillo, vía Escudero Calvo fructificó en que muchos le consideren el mejor ganadero del siglo XX. De hecho es el único ganadero que ha conseguido que le indultasen dos toros en Madrid y Sevilla, las plazas más importantes. Hoy su hijo saborea el reciente indulto de ‘Cobradiezmos’ en La Maestranza. Con ese nombre, diríase que el animal decidió vivir como un cura en la finca Las Tiesas si no fuera porque «le hemos puesto unas vacas para que se anime».

De conversación fácil y grata, los ganaderos leoneses —aunque no crían para las plazas de toros— se identificarían con el de Cáceres por haberse criado entre reses y los agricultores, porque, como ellos, mira ahora al cielo para segar el forraje que alimenta reses de tres ganaderías —Victorino, Monteviejo y Urcola—, como en la provincia se espera que amaine la lluvia para recoger la veza y para sembrar, si es que se puede, a estas alturas de año. Defiende la cultura rural en una sociedad «cada vez más urbana. Es necesario que se conozca el campo, porque enseña a valorar la vida, lo que comes, a tus vecinos y a tus congéneres. El campo nos hace mejores personas, más humanos, mientras la ciudad y la era de Internet nos aisla».

Lo mismo que fue novillero ha corrido los encierros de Pamplona con toreros ‘divinos’ y «como pastor, que es lo mío». Considera que el mundo del toro «es un gran desconocido», de manera que «la asignatura pendiente de la tauromaquia es que la gente conozca qué hay detrás de una corrida de toros». De ahí las visitas guiadas a la dehesa extremeña, con la ecología propia del toro bravo que cría allí.

Con Lorca defiende que los toros «es la fiesta más culta que hay en el mundo. Lo dijo alto y claro. Sobre todo, en la última entrevista que dio al diario El Sol. Fue un defensor acérrimo de todo lo que encierra la tauromaquia, como Goya —que dicen ahora que era antitaurino y por eso firmaba Francisco de los Toros— Picasso, Alberti y tantos».

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