Diario de León
Publicado por
rafael saravia
León

Creado:

Actualizado:

Bosa significa victoria en lengua fula. Bosa es el grito de quien desea pero todavía no ha conseguido. Bosa es la triste esperanza del que se desangra por atropellos, concertinas, traumatismos y palizas en frente de una valla que avergüenza la dignidad humana.

Esta semana hemos podido ver el documental Astral que ha desarrollado Jordi Évole y su equipo de Salvados sobre la realidad del mar mediterráneo en nuestra actualidad. El 28 de octubre del 2015 los voluntarios de Proactiva Open Arms vieron con sus propios ojos cómo en las costas de Lesbos, cientos de personas morían a su alrededor porque no tenían más que unas motos de agua para rescatar a casi 400 personas en el agua.

Estamos ante un genocidio como no se ha conocido desde la Segunda Guerra Mundial, uno que se desarrolla en la actualidad, que existe en las costas de Libia y en los países limítrofes con Siria, donde el tráfico de personas se generaliza para vender una ilusión volátil -escapar de guerras, de Isis, de Boko Haram- a cambio de todo lo que poseen. La mayoría ha dedicado años en llegar hasta la costa de Libia, la mayoría han sufrido violaciones, amputaciones, robos, torturas... y han empeñado absolutamente todo para «comprar» una plaza hacia un lugar donde puedan vivir –hablo de vivir, a secas... no bienvivir-. Esta plaza cuesta de media 500 euros y a cambio tan sólo obtienen un mal puesto en una barca de 150 personas (con capacidad para 60) hecha con unas gomas y un motor con gasolina para 20 millas. Ellos no saben esto. Ellos no saben que Europa está a 250 millas y que se van a quedar a la deriva, esperando una más que probable muerte. Pero los traficantes sí lo saben. Es lucrativo el negocio. Es tan similar como las cadenas de presos entrando en las cámaras de gas.

Ante tamaña brutalidad, Europa mira de reojo, prefiere no mirar esto. Prefiere seguir vendiendo armas a los países en conflicto, prefiere seguir negociando las ayudas internacionales a cambio de negocio para sus empresas. Sabemos de donde vienen todos los muertos del mediterráneo. Sabemos que son muertos que genera Occidente. Sabemos que nuestro nivel de vida mata personas. Pero preferimos no saber.

«Africa en desorden es un buen negocio» comentaba en uno de los documentales posteriores al de «Astral» el profesor Mbuyi Kabunda. Todas las guerras que existen en África hacen que el petróleo, los diamantes, el coltán y hasta el mercado de flores para adornar nuestras mañanas de domingo sean productos baratísimos para mantener sangrientamente nuestro ritmo de vida. Y el silencio que generamos ante esta situación nos convierte en genocidas del siglo XXI. Pero no todos somos maldad. Existen muchísimos ciudadanos en Europa que quieren virar esta situación. La voz es necesaria para generar conciencia y acción. Primero conocemos, luego denunciamos y luego actuamos. Con donaciones, con voluntariado y con la responsabilidad de saber que consumir a este nivel nos hace cómplices de las muertes que vienen de abajo. La victoria está lejana, pero la fuerza de la razón está de su parte.

tracking