Arroyo apuesta por tirarse los trastos a la cabeza

verónica viñas | león

Eduardo Arroyo no se rinde. Ni siquiera la enfermedad le ha doblegado. Tras un annus horribilis, el artista que pasa largas temporadas en Robles de Laciana encara 2017 con la agenda repleta de exposiciones. Que el próximo mes cumpla 80 años «es pura coincidencia», dice.

Madrid, París y Hamburgo son algunas de las ciudades que verán la última obra de un creador irreductible, quien, sin perder un ápice de ironía, ha titulado Tirarse los trastos a la cabeza la exposición que inaugura el 9 de febrero en la galería madrileña Tiempos Modernos.

Arroyo, que recientemente volcaba sus recuerdos en Bambalinas (Galaxia Gutenberg), un libro «del vagabundeo» en torno a la vida del autor, muestra en la citada exposición una galería de retratos femeninos que no se sabe a ciencia cierta si se han liado la manta a la cabeza, la tienen a pájaros o forman parte de esta mascarada que es la vida.

Gran defensor de la «pintura-pintura» frente a otros lenguajes artísticos, especialmente los vinculados a las nuevas tecnologías, no deja de ser una ironía que Arroyo enseñe su última obra en una galería que se llama Tiempos Modernos —título que inevitablemente lleva a pensar en un Chaplin alienado en una fábrica—. En esta exposición están presentes muchas de las claves de su obra: la erudición, la provocación y el sentido del humor.

El 2 de febrero la galería madrileña Álvaro Alcázar presenta un proyecto titulado Capítulo I, que reúne las obras más recientes de Arroyo y que es necesario seguir a través de tres eventos distintos: la exposición en la citada galería, la feria Arco y Art París (one man show). Serán en total 24 obras, seis esculturas y cuadros de pequeño formato. «Esta obra, repleta de referencias plásticas, literarias y cinematográficas, manifiesta una vida que sabe borrar pistas para mantener alerta al espectador», explica la galería. Uno de los cuadros, titulado Frankenstein in Davos, parece una burla en toda regla a los poderosos de las finanzas que periódicamente se reúnen en aquella ciudad suiza.

Arroyo, quien defiende los vaivenes sufridos por su generación frente a los de la actual, donde resulta «muy fácil enseñar las tetas en una Iglesia», como dijo recientemente, confiesa que no ha olvidado León. «No tengo ningún proyecto en león, pero no es culpa de nadie», afirma el autor del polémico grupo escultórico Las Moscas, instalado en Puerta Castillo.

El artista que hace dos años se veía obligado por motivos de salud a poner punto y final al festival que cada mes de julio congregaba a un selecto grupo de músicos en la pequeña localidad de Robles de Laciana, será una de las ‘estrellas’ de la Fundación Juan March, que le dedicará a partir del 30 de junio una gran retrospectiva. Una exposición con nada menos que 150 obras, fechadas entre los años 1964 y 2017. Sin duda, una de las exposiciones imprescindibles de 2017.

«Sí, tengo mucho lío», reconoce Arroyo, que tiene por delante un año intenso, que le obligará a trabajar sin descanso. Varias de sus obras forman parte del ‘lote’ que esta semana el empresario mexicano Plácido Arango donaba al Museo de Bellas Artes de Asturias.

Arroyo, uno de los últimos defensores de espectáculos ‘políticamente incorrectos’ como los toros y el boxeo, es también protagonista indirecto de otras exposiciones que pueden verse en Orense y Santa Fe. La primera, dedicada al Pop Art; y la última, sobre la figura de Warhol, coincidiendo con el 30 aniversario de la muerte de uno de los grandes genios del arte contemporáneo.

Pero el año no ha hecho más que empezar y, aunque no está en su agenda, todavía hay tiempo para que Arroyo pueda exponer en León.

Eduardo Arroyo en su estudio madrileño. VÍCTOR LERENA