Diario de León

CULTURA

El teatro no tiene lectores

Apenas 700 títulos de los más de 81.000 que se publican cada año en España son piezas teatrales

‘El cartógrafo’, obra que llena teatros pero de la que apenas se venden libros. CEFERINO LÓPEZ

‘El cartógrafo’, obra que llena teatros pero de la que apenas se venden libros. CEFERINO LÓPEZ

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miguel lorenci | madrid

El libro más vendido en España el año pasado fue una obra de teatro, Harry Potter y el legado maldito, basada en una historia J. K. Rowling y estrenada en el West End. Pero es todo un espejismo. Frente a las cifras millonarias de ventas de novelas y best-sellers, las obras teatrales se venden con cuentagotas. El teatro español rebosa talento y llena escenarios, pero apenas tiene quien le lea.

Un «exitazo» de un texto dramático se traduce en la venta de unos centenares de ejemplares. Alguno miles en casos muy excepcionales, o decenas de miles si es materia de estudio. Los lectores de teatro son tan escasos como fieles, como los de la poesía. Ellos y unos editores «heroicos» sostiene el diminuto subsector editorial.

Más que un objeto de disfrute, el libro teatral se ve como una herramienta de trabajo al servicio de la puesta en escena. También un material de estudio en institutos y escuelas de arte dramático. Resulta así muy difícil que tenga recorrido en un mercado en el que impera el marketing y la promoción, algo inexistente en la en la casi artesanal edición teatral. No en vano, de los más de 81.000 títulos publicados en España en 2016 apenas 703 fueron de teatro, y bajando ya que en el registro del ISBN aparecieron 785 títulos de obras teatrales. «Vender libros de teatro es una utopía» dice con cierta resignación Carlos Gil, que lleva casi dos décadas en este quijotesco empeño. Es uno de los socios de la librería Yorick, «la única en España especializada exclusivamente en teatro», precisa.

Es también autor y uno de los responsables de Artezblai, editora teatral con sede en Bilbao y responsable de la revista de artes escénicas Artez. «El cliente busca lo que está en cartel, lo que ha visto y le gusta», explica Gil ante los estantes de Yorick, en el corazón de barrio de Lavapiés y junto al Teatro Valle-Inclán. Aquí llegan estudiantes de arte dramático que buscan libros de teoría teatral -Stanislavski y Grotowski sobre todo-, los profesionales de la escena -actores como Pedro Casablanch o Lluis Homar son asiduos- y los responsables de compañías de aficionados de toda España en busca de las obras que preparan. «Vender cien libros de un texto teatral es todo un éxito», explica Gil ante un ejemplar de Las palabras de la obras (Liberantes), con textos de Pablo Messiez, del que ha vendido unas cien copias. Angelica Liddell, Alberto Conejero o Juan Mayorga, con El cartógrafo, están entre lo más demandado.

A contracorriente

«Los editores de teatro son unos héroes que bracean el doble y a contracorriente» les alaba Juan Mayorga, el dramaturgo quizá con más éxito en la tablas y en la imprenta. Ha vendido más de 4.000 ejemplares de sus obras reunidas en Teatro, 1989-2014, que publica La uña rota. «Son pocos, pero hay fieles lectores de teatro ajenos a la profesión», se felicita el autor de Famélica o La tortuga de Darwin, cuyo textos se estudian también e institutos de España y Francia.

En los centros docentes y por obligación académica se estudia el teatro de Lorca, el de Valle, el del Siglo e Oro y a algún contemporáneo. Una circunstancia que convierte en inopinados éxitos de venta a piezas de los ochenta como La estanquera de Vallecas y Bajarse al moro, de José Luis Alonso de Santos, que hace mucho que superó los 200.000 ejemplares. «Cada año se venden miles de copias de esas obras», dice Miguel Angel de Rus, de Ediciones Irreverentes, que lleva una década en el mundo editorial. Con una media de veinte títulos teatrales al año y un centenar en su catálogo, confirma que «vender cien ejemplares de una obra teatral es un triunfo». Sus tiradas medias son de 400 ejemplares, pero admite que en el sector «se miente bastante». «Hay quien dice tirar entre 600 y 1.000 copias, pero en muchos casos no se llega a cien. Casi ninguna librería dedica espacio al teatro», lamenta De Rus, que vende en este canal un 20 de lo que edita. Un 40% se despacha en ferias y otro tanto en Internet. Yorick, abierta desde 2001, vende el 15% de su fondo a través de Internet «que es a la vez un aliado y un enemigo, ya que es práctica habitual que los autores pongan sus obras en la red», dice Carlos Gil.

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