Diario de León

La plaza del Grano revive en el Musac

La exposición ‘Tierra de diatomeas’ no sólo ha reunido en el Laboratorio 987 ejemplares de estos microorganismos procedentes de los más diversos rincones de León, de Riaño a los petroglifos maragatos pasando por ríos trucheros, sino que también propició la elaboración de una ‘mini-plaza del Grano’ dirigida por los hermanos Seoane con las mismas técnicas con las que la recrearon en 1989. .

Imagen de la reconstrucción del empedrado del Grano, presente dentro de la exposición ‘Tierra de diatomeas’ que acoge el Laboratorio 987 del Musac. F. OTERO PERANDONES

Imagen de la reconstrucción del empedrado del Grano, presente dentro de la exposición ‘Tierra de diatomeas’ que acoge el Laboratorio 987 del Musac. F. OTERO PERANDONES

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e. gancedo | león

¿Cómo puede un tipo de alga unicelular ser espejo del pasado, del presente y hasta del futuro de una tierra sin salida al mar? ¿Qué tiene que ver ese microorganismo de enrevesado nombre con las aguas embalsadas de Riaño, los petroglifos laberínticos de Lucillo o el casco antiguo leonés? Algo tiene que ver, sí, y ese algo está condensado en Tierra de diatomeas, la exposición-proyecto que hasta el 10 de septiembre alberga el Laboratorio 987 del Musac. Pero para comprenderlo hay que entrar al museo con espíritu abierto ante lo infinitamente pequeño y su sutil conexión con lo asombrosamente grande.

Desarrollada por Inés y Susana Cámara Leret y María Boto Ordóñez junto al doctor Saúl Blanco, del Laboratorio de Diatomología de la ULE, y la doctora Estrella Alfaro, especializada en botánica, entre otros colaboradores, la muestra entrecruza ciencia y arte al hacer recaer el protagonismo sobre unos seres omnipresentes a nuestro alrededor —en la tierra, el agua y hasta el aire que respiramos—, con formas de lo más diverso y sugerente, y que constituyen un excelente indicador de la calidad del medio ambiente y hasta del cambio climático.

Una calidad extrapolada al patrimonio natural e histórico leonés, pues el equipo de Tierra de diatomeas extrajo muestras de este fitoplancton de muchos rincones de la provincia —también de un espacio tan icónico, y envuelto últimamente en la polémica, como la plaza del Grano—.

«Nos llevamos un recuerdo muy entrañable de León —explican—. Fue muy especial presenciar cómo la gente quería formar parte del proyecto incorporando temáticas como la preservación del conocimiento tradicional, por ejemplo en relación a la lucha por el suelo vivo en la plaza del Grano, o la necesidad de mantener viva la memoria de aquellos pueblos afectados por procesos de desplazamiento y migraciones».

«Durante el desarrollo de la investigación conocimos a mucha gente que no dudó en compartir con nosotras sus vivencias, únicamente a cambio de ser escuchados —prosiguen—. Y todo surgió a través del estudio de las diatomeas como vínculo de unión entre las necesidades humanas y las no-humanas».

Ecología y tradición

Pero si tuvieran que elegir sólo unos pocos aspectos de los que más les han sorprendido tras culminar el proyecto, las responsables del mismo, en respuesta consensuada, afirman: «El carácter abierto de la investigación generó un espacio donde se dio cabida a distintas formas de conocer, estudiar y sentir el territorio. Este proceso se extendió hasta las distintas zonas que visitamos durante las salidas de campo y muestreo como la plaza del Grano, los pueblos sumergidos bajo pantanos, los emergidos de éstos como Cascón de la Nava, la zona de Maragatería...». «La escucha activa del lenguaje del agua y su recuerdo —continuaron— nos sirvió para entender mejor el poder que pueden llegar a tener colectividades preocupadas por cuidar su futuro y su entorno, mediante un entendimiento de la ecología basada en la afectividad».

De todos modos, uno de los aspectos que más llama la atención de los visitantes es la reconstrucción que realizaron de la plaza del Grano junto a los hermanos Seoane, y con los mismos materiales y técnicas que los empleados por última vez en el año 1989. «Fue todo un honor contar con ellos; les llamamos un viernes y el domingo ya estaban en el museo enseñándonos la técnica tradicional del suelo empedrado —recuerdan—. Fuimos a coger cantos rodados a San Marcos como se hacía antiguamente, una labor que a su vez ejercía una función importante de control del nivel del río. Eso nos hizo reflexionar sobre la implicación de estas prácticas tradicionales en el entorno local. Llenamos tres carros de supermercado con cantos rodados, mezclando después una parte de cal con doce de tierra para crear una base igual a la del suelo de la plaza. Nos enseñaron a manejar las piedras y a entender la necesidad de construir un suelo en constante movimiento, adaptable a aquellos que lo transiten, frente a la permanencia perecedera del cemento que, bajo demasiada presión, explota».

Citando a Jose Luis Avello, profesor de la ULE, «que también fue muy generoso con nosotras durante la investigación», dicen: «Un pueblo sin historia no existe». «Por lo tanto, mediante el recuerdo de estas prácticas tradicionales, y frente a una incipiente anestesia del suelo de la plaza del Grano, aprendimos la necesidad de mantener vivas las ecologías de un pueblo». De hecho, los visitantes pueden —y casi deben— pisar la reconstrucción para sentir bajo sus pies esa sensación tan cercana a lo orgánico.

Otra aportación muy interesante fue la de un zahorí «con el que nos aproximamos a otras formas de conocer y entender el territorio, como portador de una tradición basada en el sentir de lo no-visible, capaz de vibrar con sus varillas. Su figura representa otra de las muchas historias locales que se están perdiendo —agregan—. Tras un recorrido por su comarca, Maragatería, nos visitó en el Laboratorio 987 y realizamos una intervención en la sala generando un entramado según su sentir, aproximándonos a esos mundos que no vemos pero en los que también hacemos y deshacemos a diario, como el mundo microscópico de las diatomeas».

Sobre si seguirán trabajando en esta línea, aseguran que les «encantaría». «Sentimos que el proyecto merece un desarrollo a largo plazo, por lo que esperamos que no termine aquí. Entretanto, invitamos a todas aquellas personas interesadas en saber más, o que quieran participar de algún modo en su desarrollo, a que nos escriban a proyectodiatomeas@gmail.com. Pensamos que el proyecto se ha nutrido de estos intercambios con la gente y esperamos poder seguir llevándolo a cabo de la mejor manera posible».

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