Diario de León

CULTURA ■ LA ENTREVISTA

«Hay mucho poeta maldito que torea de salón»

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pacho rodríguez | madrid

Cumple Elektra Comics 20 años y Dogo, cuatro en León. Una alineación de estrellas en donde la hermana pequeña es mayor y que sirve para que Juan Diego Fuentes materialice su regreso donde se ha cocinado. Dogo cambió Sevilla por esta ciudad, Mercenarios por leoneses, La Alameda por La Candamia. Para dibujar su nuevo mapa vital, que se convierte en su presente. Y en lo musical rescatar su universo con canciones de los discos de Dogo y Los Mercenarios, temas nuevos que ha ido componiendo, un combo rodado a lo Kurt Baker más un Xabi Señor No (otra banda histórica) que aquí es un sí en toda regla al rocanrol sin fronteras, que es lo que viene a proponer Dogo ahora. Junto a Holy Sheep, Dogo y los suyos serán la banda sonora del cumpleaños de una tienda que vende libros y discos. Y sobrevive. Lo que sería la celebración de un milagro. La fiesta de 20 aniversario de Elektra Comics tiene lugar hoy a las 21 horas en El Gran Café.

—¿Qué se ha encontrado en León que no hubiera en Sevilla?

—Llevo cuatro años aquí. Estoy en segundo de cazurrín, que es que he tenido que repetir algún curso... En León, para mi franja de edad, con mi vida actual, mi mujer, hijos y lo que quiero hacer, aquí encuentro una ciudad ideal, amable, genial y calidad de vida. Con una actividad cultural importante. Echaría de menos más teatro independiente. Pero cualquier día te encuentras presentaciones de libros, conciertos, actos culturales...

—Y un sevillano entre gente del Norte, ¿cómo lo lleva?

—Me gusta el carácter de la gente de León. La gente se echa a la calle, aunque sea a tomar tapas, y en eso me recuerda bastante a la del Sur.

—Entonces, estar tan a gusto en León, ¿fue el caldo de cultivo perfecto para que regresara aunque fuera sin sus míticos Mercenarios?

—Dejé la música de continuo pero siempre he seguido haciendo cosas. De hecho ahí están los spoken que he seguido haciendo. Cuando llegué a León había cumplido un ciclo. Y cuando me encontré con Juancho, Jorge, Sam y Xabi Señor No, me sentí encantado. Porque llegué a algo que no busqué. Que me permitía hacer cosas y soltarlas. Intentar ahora, a estas alturas, y tal y cómo está todo, hacer una carrera musical sería una torpeza. Hacer un disco de diez temas no me interesa. La música ya no se consume así.

—Y yendo al grano, ¿qué hay de antiguo en lo nuevo en esto que podría ser, como nombre inventado, Dogo y Los Leoneses?

—Las dos cosas. Parte del repertorio antiguo de los discos de Dogo y Los Mercenarios y temas nuevos que tenía sin tocar. Me lo planteo como una mezcla de todo eso. Es un concepto de banda abierto. Hay baladas, medios tiempos, rocanrol... Todo menos un ejercicio de estilo, porque pienso que el rock es un cajón desastre.

—¿De qué ha disfrutado en sus primeras incursiones en directo en este regreso?

—He disfrutado de la banda que la vida me ha puesto por delante. A nivel grupo, en Los Mercenarios entraba y salía gente. Músicos grandísimos pero, a veces, aquello no sonaba a nada. Con estos músicos actuar es un lujazo. Porque lo tienen todo. Tocan bien y suenan como una banda engrasada.

—Algo echará de menos de aquellos otros tiempos...

—Claro. Y mucho a Juanjo Pizarro, el batería, que es como un hermano y era parte fundamental de todo.

—Ser la estrella de la fiesta de Elektra Comics, tocar con Holy Sheep, usted con su banda leonesa... Con esto ya pasará a tercero de cazurrín, ¿no?

—Es lo que León tiene. Gente entrañable que cuenta contigo y se preocupa de ti. Es un lujazo tocar para la fiesta de Alicia Elektra. Ahora se le empieza a dar importancia lo que hace y lo que tiene en su tienda. Discos, libros, cultura contemporánea... Cosas que buscas y vas allí y resulta que ya las tiene.

—¿Qué oportunidad se perdió en los controvertidos años 80?

—El mantener una escena abierta. Había muchos músicos, pero también artistas, fotógrafos, pintores... Y no tanto ejercicio de estilo, que ahora parece que hay que ser de una manera concreta para gustar.

—Dogo y Los Mercenarios, o sea, usted, ¿fueron un grupo de culto o un grupo maldito?

—Los demás son los que lo tienen que decir. Yo aspiro a ser más músico culto que de culto o maldito. Hay mucho poeta maldito que torea de salón. Si lo has pasado mal, la etiqueta de maldito no la quieres ni ver.

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