Diario de León
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rafael saravia
León

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La imagen son tres bebés muertos. Ahogados. Azul sobre moreno en sus pieles sin vida. Incluso los titulares han sido esos: tres bebés muertos. Pero la realidad es más desagradable. Más aún. Tres bebés y casi 100 personas más asesinados por las políticas vergonzosas de una Europa que poco a poco deja de ser ejemplo de nada —A los verdugos se les reconoce siempre. Tienen cara de miedo, decía Sartre—.

Hace unos días, este viernes pasado, mientras la Unión Europea se reunía con el firme propósito de cerrar y proteger más sus fronteras de hombres y mujeres que huyen del terror generado, entre otros, por la propia Unión Europea, un bote de caucho se preparaba en las costas de Libia para emprender un viaje extremo para salvar la vida de 100 personas.

Todas ellas lo dejaron todo y embarcaron con el miedo pudriendo sus días, con lo más valioso que les quedaba, su vida y la de los seres más queridos que habían podido incluir en el precio abominable que cobran las mafias para huir de la masacre. En los campos de deportación de Libia las torturas y maltratos son casi iguales que en las guerras de las que huyen, así que el mar es la única vía de escape.

En esos momentos, en el mismo instante en que los dirigentes de la Unión Europea se tomaban un café y un bollito celebrando un acuerdo migratorio por el que reforzarán las fronteras europeas para evitar que personas que huyen de la barbarie puedan salvarse; en el mismo instante en el que se dan palmaditas en la espalda por acordar crear «Plataformas regionales de desembarco» fuera de Europa, potenciando países del norte de África como Libia y Marruecos con el único fin de quitarse el «muerto» de encima y mirar para otra parte; en ese mismo lapsus de tiempo, 100 personas naufragan apenas empezar un viaje de poco más de 500 kilómetros hacia la supuesta libertad.

Las autoridades italianas en esos días habían prohibido la llegada de barcos de rescate de varias ongs a sus puertos, pero incluso los que estaban por la zona, como Open Arms, son ninguneados y no se cuenta con ellos a pesar de que el coste para la administración italiana sería nulo.

Así está el tema. Una realidad bien sencilla: Europa y EEUU diezman los recursos de África. Enfrentan a sus pueblos, inventan guerras suculentas para bajar el precio de recursos como el petróleo, oro, diamantes y otros materiales, además generan el apetitoso negocio de las armas que sostiene EEUU y muchos países como el nuestro, en Europa, se benefician de todo esto. Luego, cuando las personas dueñas de esas riquezas, ciudadanos humildes pero libres, huyen en dirección a la paz, les cerramos las puertas.

El titular seguirá siendo tres bebés muertos. Yo pienso en tres bebés y cientos de personas asesinadas. Porque como dijo Camus: «Un hombre viviente puede ser esclavizado y reducido a la condición histórica de un objeto. Pero si muere, al negarse a ser esclavizados, reafirma la existencia de otro tipo de la naturaleza humana que se niega a ser clasificado como un objeto».

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