Diario de León

Obituario. Luis Mielgo

El filósofo del Crucero que dio lecciones a Londres

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Rubén garcía robles | león

Hace apenas dos años que nos conocimos en Londres, a través de un amigo compartido, Ángel, pero el sentimiento de pérdida es como si se hubiese ido un amigo de toda la vida, para toda la vida. Luis Mielgo, padre, hijo, esposo, amigo, profesor en la Universidad en Birkbeck, Londres.

Profesor con un fuerte compromiso, heredado de sus años como alumno de Eric Hobsbawm, pensador sin el que no se entiende la historia del siglo XX. Fue su discípulo, de quien recibió las claves para entender la historia en clave marxista.

Nos recibió la noche de San Juan del año 2017, íbamos a Londres a presentar un libro y nos abrió la puerta a uno de los clubs más exclusivos de la ciudad, el Ateneo, que había sido su casa durante muchos años, lugar de reunión y biblioteca de estudio de la lista más larga de premios Nobel que ha dado el Reino Unido: Ruyard Kipling, Charles Darwin, etc... personas dedicadas con devoción a todas las actividades relacionadas con la diosa del intelecto. Nos abriste un portal hacia el conocimiento, te regalé un libro, mi primera novela, un ejercicio de aprendizaje y equilibrios y lo cogiste, leíste y pensaste en él con el respeto y el cariño hacia la obra de un amigo.

Compartí mis proyectos al pie del Crucero, tu barrio obrero, en el bar de San Marcos, antes de que lo fusilara la falta de compromiso y me abriste caminos, portales que me iban a permitir entender el Londres decimonónico, me regalaste un libro, The Course of Irish History, La maldición de la historia irlandesa, así entendí al irlandés Bram Stoker y al asesino de Whitechapel. Enseñar y compartir conocimiento eran tu principal compromiso. Tuyas son algunas de las cosas conseguidas y la visión del genio como hombre trabajador y sencillo. En tan poco tiempo… ¡nos diste tantas cosas! que no caben en lo poco que digo. Te vas hoy solo, solo una vez, pero dejas para siempre a los amigos enorme respeto hacia tu trabajo, mucho cariño y la idea de que enseñar historia tiene como principal exigencia el compromiso. Hasta siempre Luis. Te dejo aquí a Séneca escribiendo a Lucilio: «No lamentes su perdida, alégrate de haberle conocido».

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