Diario de León

«Parte de la sociedad limeña sigue siendo tan racista e hipócrita como hace 35 años»

«Mi novela habla de un amor imposible que acabó siendo posible»

Publicado por
Miguel Lorenci - MADRID.
León

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«Es la historia de un amor imposible que fue posible». Así resume Alfredo Bryce Echenique (Lima, 1939) su novela El huerto de mi amada, que le ha dado el Planeta y sus 600.000 euros de bolsa. Humor, ironía, ternura y una nostalgia sembrada con cargas de profundidad vuelven a ser las herramientas del gran narrador limeño. -¿La nostalgia es de nuevo el alma de su novela? -Sí. La nostalgia es importante en este y en todos mis libros. Le doy un gran valor. Es distinta del recuerdo, pero no se sabe muy bien qué es. Se experimenta además en etapas terminales de la vida, ante la muerte, ante el fin de la infancia o la adolescencia; cuando algo no se va a repetir. El protagonista de esta novela descubre que amó a lo que creyó que detestaba. -¿Y el humor se impone a la nostalgia? -No. Es un cóctel. Es difícil separar estos ingredientes. Hay vasos comunicantes y es un mecanismo de relojería definitivo. No se puede desmontar. -¿Quiénes son este adolescente y esta mujer madura atrapados en la pasión? -Él es un chico que acaba de terminar el colegio y prepara su examen de ingreso a la Universidad. Pertenece una familia de reputados científicos. Tiene esta misma vocación, pero es un chico muy beato, muy fatuo, pero muy inteligente, muy sensible. Al volver a casa un día escucha Siboney y siente algo que no logra explicarse. Irrumpirá en una fiesta en busca de la explicación a lo que está sintiendo. Y la explicación está en una mujer hermosa, poderosa, que ha sido víctima de una sociedad de la que quiere vengarse, pero que también se enamorará de él. -¿Pertenecen a mundos irreconciliables como Romeo y Julieta? -Más o menos. Es la pelea sórdida de dos familias, de dos grupos muy poderosos que no quieren el escándalo, que van por lo bajo, por tribunales, y de cómo sobrevive a lo largo de muchos años algo que comenzó como un incidente, pero que terminó siendo un gran acontecimiento social para Perú en aquel momento -años cincuenta y sesenta- y para lo que entonces se llama el «Todo Lima» o «la gente decente». -Su retrato de la Lima de aquellos años no parece dulce ni condescendiente. -En efecto. Hay una serie de personajes secundarios en los que he querido reflejar el arribismo de la clase media. Quieren medrar sirviéndose del joven Alegre. Es una clase media trepadora, aterrada por caer, siempre muy servil. Una sociedad casi de castas, racista, profundamente clasista, que ha sobrevivido hasta hoy en Perú. -¿Cuánto hay de Echenique en Carlos Alegre? -Pues nada. Acaso un poso, alguna observación de gente de mi entorno. -Resume la novela con una frase de San Agustín «la medida del amor es el amor sin medida»... -Son simplificaciones absolutas que uno trata de ofrecer con rapidez. La cosa va más allá y al final el amor que parecía posible no lo es. -¿Los mejores amores son los imposibles? -Parece que sí. Al principio nadie da un duro por estos amantes. Quieren encerrar al joven y poco menos que lapidar a la señora. Pero escarmienta la sociedad, porque el amor imposible fue muy posible y duró muchos años. -Nunca persiguió premios comerciales y ahora tiene el Planeta, ¿cómo así? -Por mis ganas de venir a Barcelona, y porque este premio está muy ligado a mi vida y tiene un enorme trascendencia en Cataluña, España y América.

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