Diario de León

Novela

«Los vampiros de ahora ya no chupan sangre»

Antonio Alves debuta en la novela con una de vampiros. ‘Bebe mi sangre’ es el título de una historia en la que desde la ficción se da la total libertad de elaborar un relato que parte de la más pura realidad. Rumanía fue el detonante de todo.

Antonio Alves, que trabaja en Rumanía como responsable de obra civil, debuta en la novela con ‘Bebe mi sangre’ (portada en la imagen de arriba), todo un ingenioso artefacto literario en el que a modo de thriller se sumerge en el fascinante mundo de los vampiros. DL

Antonio Alves, que trabaja en Rumanía como responsable de obra civil, debuta en la novela con ‘Bebe mi sangre’ (portada en la imagen de arriba), todo un ingenioso artefacto literario en el que a modo de thriller se sumerge en el fascinante mundo de los vampiros. DL

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La historia de Bebe mi sangre , editada por Mirahadas, en cuya web se puede comprar, es la de una novela escondida. Antonio Alves, su autor, un berciano que se gana la vida como responsable de obra civil en Rumanía, no tenía ninguna intención de que saliera a la luz esta auténtica historia de vampiros contemporáneos a los que para vencer no va a haber más remedio que ponerse a su altura. Y hasta ahí se puede escribir, porque Bebe mi sangre es todo un hallazgo y, ya se sabe, «entrometerse en los negocios de los vampiros, definitivamente, no fue una buena idea...», como reza una de las frases que hablan del libro.

Dando un paso atrás, conocer a este berciano ligado a Bembibre tiene sus sorpresas. Porque resulta que aunque la novela parte de hace casi diez años cuando trabajaba en Rumanía, ahora se encuentra en ese país, de nuevo como jefe de obra. «Es un país que en España deberíamos conocer mejor», advierte. Como lo mismo relata su pasión por el mundo mítico e histórico que encontró en Transilvania. «Estar aquí y no conocerlo, me parecía demasiada pérdida. Conozco bastante de ese mundo. Y he estado en el Castillo de Vlad Tepes», afirma en referencia al quien luego inspira la creación de Drácula.

Y aunque ya metidos en esta harina rumana todo parece centrarse allí, el origen de que ahora Bebe mi sangre sea toda una novela impecablemente editada como un regalo literario se produce en Bembibre y tiene nombre de madre: Benedicta, esto es su propia madre. Ella fue la que se leyó lo que Alves guardaba en una carpeta y que había escrito en esa etapa rumana, tal vez como desahogo para exorcizar la experiencia mezclada con lo laboral, en donde había descubierto personajes realmente malos, corrupción, problemas laborales... Y es ella la que se pone manos a la obra junto a una amiga para que todo termine en este libro.

Pero esta es una historia de vampiros. Y no se sabe hasta qué punto se convierten en realidad para alguien que conoce la vida de aquel país. «Los vampiros de ahora ya no chupan sangre. Pasan desapercibidos, son discretos. Hacen daño para conseguir lo que quieren y necesitan dinero para ello. Por eso, hacen sufrir a sus víctimas en las cosas normales de la vida, en el trabajo, en el estar bien. La corrupción existe, la mafia existe. Yo lo descubrí y el libro es una forma de contarlo», deja caer así como un relato envolvente en el que la metáfora está servida. Sólo una pista más: «Para vencer al vampiro más temible, el protagonista de la novela tendrá que transformarse, y tiene que tomar la decisión muy rápido, porque quien le concede los poderes se va a morir».

Todo esto, contado desde el sur de Rumanía, no es sino un aliciente más para sumergirse en las páginas de Bebe mi sangre , de Antonio Alves. Que, a todo esto, no está abducido por el mundo vampiro, ya que pronto habla de su León querido. «El Bierzo y León son mi bandera en todos mis viajes», afirma.

Vendrá la Navidad y estará de vuelta. Y entonces es cuando puede decirse que Alves se convierte en un vampiro berciano bueno.

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