Diario de León

El leonés que le montó un Cristo a Dalí

Díez Rollán Colaboró con artistas como Dalí, el cineasta Fassbinder y el director teatral Tamayo

La escultura ‘La familia’, obra de Manuel Díez Rollán, a la derecha, en una imagen de archivo. RAMIRO

La escultura ‘La familia’, obra de Manuel Díez Rollán, a la derecha, en una imagen de archivo. RAMIRO

León

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La historia del artista leonés Manuel Díez Rollán es de película. Una película que podría titularse El olvido que seremos, aunque en nada se parece a la novela de Faciolince que inspiró el filme homónimo de Trueba. Este año se cumple el centenario del nacimiento de Rollán, autor de la célebre escultura La familia , ubicada en Burgo Nuevo.

El Musac descubrió a este increíble personaje en 2010 y filmó un reportaje para contar la extraordinaria peripecia vital del artista que hoy da nombre en su Boñar natal a un centro cultural. Admirado por Dalí y Fassbinder, Díez Rollán falleció en el 2009, a la edad de 84 años, enfermo de «olvido» —padecía alzhéimer en fase terminal—. Su interés por los movimientos de vanguardia (expresionista y surrealista en especial) le llevó a tratar con Picasso, Miró o Dalí.

Díez Rollán ha dejado huella en León. Sus obras son fácilmente reconocibles. Aparte de La familia —restaurada recientemente—, son suyos los murales del Palacio de los Deportes o su particular homenaje al Negrillón de Boñar que inmortalizó en una escultura en La Chantría. Pero no fue un artista excesivamente conocido y menos aún reconocido en su tierra. Díez Rollán se formó en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando. En la década de los sesenta comenzó su actividad como escenógrafo teatral en Berlín y Hannover. Entre 1976 y 1978 colabora con el director alemán Reiner W. Fassbinder en varios proyectos cinematográficos y teatrales.

En 1981 regresa a España definitivamente. Amigo de Picasso, Miró y Dalí el artista leonés bebe de las fuentes del surrealismo y vive y trabaja con el genio de Cadaqués durante una temporada. Con Dalí realiza la obra El Cristo yacente o de desechos . Según Antonio Natal, crítico de arte y amigo personal de Díez Rollán, «fue una obra conjunta de Dalí y de Manolo, en la que Díez Rollán tenía la responsabilidad total, si bien Dalí revisaba al día siguiente lo que Manolo había hecho el día anterior». La obra surgió tras un fuerte temporal, que llenó la playa de ‘basura’. Dalí ordenó que la depositaran en su jardín. La obra, de doce metros, situada en el olivar de la Casa-Museo de Portlligat, está formada por una barca de madera (que simula el abdomen) y la cabeza de hierro oxidado es una mina magnética flotante que explotó en la Guerra Civil. «Este Cristo lo olvidaré aquí y volverá a la tierra muy lentamente», dijo Dalí. Rollán, al igual que el artista de origen lacianiego Eduardo Arroyo, era un gran escenógrafo. Díez Rollán trabajó en montajes teatrales para don José Tamayo. Una de las más célebres fue La ópera de cuatro cuartos , de Bertolt Brecht y música de Kurt Weill. Una obra ácida y corrosiva crítica del capitalismo, porque el capitalismo no es otra cosa que un delito organizado. Fue estrenada en el Teatro de las Artes con Agustín González, Antonio Bourgeois, Antonio Soto, Fernando Larriva y José Hervás en los principales papeles.

Sus principios fueron difíciles. Él mismo relataba que en 1960 hizo las maletas y se fue a Alemania pensando en triunfar. «Creí que me iba a comer el mundo, pero las circunstancias reales pueden con cualquier fantasía, aunque sea la de un artista », declaró en una entrevista a este periódico. Así que se vio enfundado en un mono azul en una fundición en Hannover.

Por suerte, aquel trabajo le duró poco. En esa ciudad participó en una muestra colectiva de arte. «Mis obras causaron sensación y las esperanzas se abrieron de nuevo. El propio Ayuntamiento adquirió tres obras y el Ministerio de Cultura se interesó por mí y me dieron trabajo en la Ópera de Hannover. Empecé barriendo el suelo, pero había entrado en el ambiente». En menos de un año era el escenógrafo. Después se trasladó a Berlín, donde durante ocho años trabajó como escenógrafo en los mejores teatros de la capital alemana.

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