Diario de León

El manuscrito que Franco ‘robó’ a León hace 60 años

En 1964 la Diputación ‘regaló’ al dictador el Manuscrito de Astorga, desde entonces desaparecido

La biblioteca del Pazo de Meirás, que pudo alojar el Manuscrito de Astorga. A la derecha, la portada del manustrico. DL

La biblioteca del Pazo de Meirás, que pudo alojar el Manuscrito de Astorga. A la derecha, la portada del manustrico. DL

León

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Hace justo 400 años el sacerdote Juan de Vergara escribió un tratado excepcional sobre pesca. Se le conoce como el Manuscrito de Astorga. Lleva desaparecido 60 años. El 11 de julio de 1964 Franco llega a León para clausurar un Congreso Eucarístico, una visita en la que exige beber del cáliz de Doña Urraca y de la que se lleva un ‘regalo’ de valor incalculable, el citado manuscrito. El entonces presidente de la Diputación, Antonio del Valle, entrega esta joya bibliográfica al dictador pocos meses después de que la institución se lo comprara en Madrid a la sobrina y única heredera del filántropo leonés Julio del Campo, Victorina González del Campo, por 75.000 pesetas.

Franco, un apasionado de la pesca, se lleva consigo uno de los tratados más antiguos de Europa sobre el arte de imitar moscas, con plumas de gallo, para la pesca de truchas, escrito en el siglo XVII por Juan de Vergara y encuadernado en piel por el canónigo Saturnino Escudero con el título de Libro de pesca grabado en oro .

El Manuscrito de Astorga es un pequeño cuaderno de 68 páginas: las primeras trece fueron escritas en Astorga en 1624 por Juan de Vergara; sobre algunas de ellas, un desconocido añadió la descripción de varias moscas nuevas en el siglo XVIII; y en las páginas restantes incluyó nuevas descripciones de moscas artificiales Luis Peña en 1825.

El ‘regalo’ que se llevó el dictador hace seis décadas unca fue inventariado por Patrimonio Nacional. Alejandro Valderas, exprocurador de la UPL y archivero de la Universidad de León, lleva años tratando de averiguar dónde depositó Franco el libro leonés del siglo XVII y quién lo tiene. Hace cuatro años, cuando se llevó a cabo, por orden judicial, el inventario de bienes del pazo de Meirás, Valderas estuvo pendiente por si aparecía el Manuscrito de Astorga, porque la Diputación de León podría sumarse a las instituciones que demandaron la devolución de bienes a los herederos del dictador. Con anterioridad, un reportaje de una revista del corazón sobre el nieto de Franco Luis Alfonso de Borbón mostró la amplia biblioteca de su abuela en un piso de la madrileña calle Hermanos Bécquer. Valderas y el escritor Alfonso García Melón escrutaron con lupa los lomos de los volúmenes en busca del Libro de pesca grabado en oro. García Melón publicó en 2003 El manuscrito de Astorga y Juan de Vergara. La pesca con mosca artificial en el Siglo de Oro, donde defiende que este tratado es un borrador incompleto y en el que reconstruye la biografía de Juan Vergara, hasta entonces un perfecto desconocido.

A la ‘pesca’ de Vergara

Tras analizar alrededor de 200.000 documentos, la mayoría en el Archivo Histórico Provincial de León, donde revisó los protocolos notariales de Astorga de los siglos XVI, XVII y XVIII, García Melón descubrió que Juan de Vergara era, efectivamente, natural de Astorga, amante de la pesca, que residía en una casa de la Plaza Mayor, que era cerero de profesión, igual que su padre, y que, a pesar de acceder tardíamente a la carrera sacerdotal, fue miembro del cabildo catedralicio.

En su opinión, no se trata de un texto inacabado, sino que lo que se ha conservado es un borrador incompleto. Tras su exhaustiva investigación, García Melón reivindicó que el manuscrito astorgano es el primer precedente de mosca seca y que esta no es, como se creía, originaria de Inglaterra y del XIX, sino una modalidad incluso anterior al propio manuscrito y que la pesca artificial tiene en sus orígenes la mosca seca, porque es lo más parecido a lo que ocurre en la naturaleza.

Al no aparecer el manuscrito en la inmensa biblioteca del Pazo de Meirás, se abren todo tipo de conjeturas sobre su destino. Lo más probable es que fuera vendido a algún coleccionista, sin descartar que fuera uno de los ejemplares que pereció en el incendio del pazo gallego en 1978. Corrieron rumores de que fue subastado en Londres, pero no hay ninguna prueba.

Hace siete años la Diputación, en cumplimiento de la Ley de la Memoria Histórica, retiró las distinciones concedidas a Franco. Fue entonces cuando se puso en contacto con la Fundación Franco para conocer el paradero del manuscrito. Solo contestaron que ellos no lo tenían entre sus fondos. Con buena lógica, García Melón consideró que un pescador tan apasionado como Franco tendría el libro entre sus efectos personales y, no en el pazo de veraneo, y que, posiblemente, lo heredó su hija.

En este 2024 se cumplen 400 años del manuscrito y 60 de su ‘desaparición’. Desvanecidas las esperanzas de que se hallara en el pazo de Meirás, localizarlo será cuestión de suerte...

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