Diario de León

La librería Alejandría busca una nueva etapa para seguir

Al frente de Alejandría, negocio que traspasa en la actualidad, es toda una institución de la profesión, ofreciendo a la sociedad leonesa el mejor ejemplo de una gestión magistral diaria

Paco Gómez, en su librería Alejandría, sostiene un ejemplar del libro ‘Final de partida’, de Peter Turchin. DL

León

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Paco Gómez es Alejandría y en León decir Alejandría es hablar de libros. Y pocos como él lo saben hacer. Y así se ha mantenido en un mundo cada vez más inhóspito para este tipo de negocios locales acosados por las nuevas tendencias, el cambio en los modelos de negocio y de consumo y toda la lista larga que quieran añadir en el sector editorial. Pero él, el suyo lo ha mantenido. De hecho, lo mantiene. Pero la vida también decide a veces y ahora las circunstancias, o la ley del tiempo, ponen el cartel de «Se traspasa». Y aunque Paco Gómez solo pone eso y un teléfono, en el escaparate de la librería podría añadir en primera persona: «A mi pesar». De hecho, dice: «Pues sí, llega el momento de traspasar la librería. Pero lo que más me gustaría es que siguiera. Nunca me hartaría de esto. Harto estaba cuando trabajaba para otros», afirma.

Y se lanza entonces Paco Gómez Domínguez a una tormenta de recuerdos y emociones que mezclan su vida, la de la librería, la de su familia, su hermano Ignacio Gómez Domínguez (León 1955-2003) que fue catedrático de Dibujo en el IES Claudio Sánchez Albornoz de León y cuya obra siempre aparece de alguna forma en la librería. Y saca a la palestra a otro hermano, José Vicente, que fue delegado español ante la Agencia Espacial Europea... Y habla de ellos como el mejor fan. Es decir, que parece que se quiere escabullir de hablar de sí mismo para contener la emoción (hay un cliente en ese momento en la tienda que se suma a poner los recuerdos en valor) como si lo solucionara a su manera cotidiana: no hablando de él sino de libros.

Pero el momento es el de Francisco Gómez Domínguez, Paco el de Alejandría. Y uno cree que le ha captado pero su generosidad incluye más nombres: «He estado a gusto. Son 21 años aquí. Y 18 en el Pasaje. Y antes en Pastor. He hecho mi labor lo mejor que he podido. He tenido la suerte de conectar con la gente», relata.

Es decir, que a Alejandría llega con un bagaje suficiente como para conocer el negocio y con el conocimiento de lo que cree que debe de ser su librería: «Mi idea de librería era tener lo que yo pensaba que era bueno e interesante para el lector. Para mi una satisfacción es el cliente que llega, se deja aconsejar y luego te dice que le ha gustado. Esa era la idea. Tener un criterio y no tener mierda», añade. Es entonces cuando vuelven los nombres fundamentales de la vida de este librero magistral: «Jesús Domínguez, mi tio. Es clave en toda la historia porque si yo tengo criterio lector es porque lo mamé en casa. Gracias a mi tío. Perdimos a mi padre cuando yo tenía 14 años. Y con él tenías cerca a Baudelaire o el Quijote , a Jardiel o Céline», rescata como recuerdos de la adolescencia que en él dejó el sello para siempre de un lector insobornable que luego se convirtió en el mejor prescriptor de libros de León.

Cómo llegó a convertir su pasión lectora en su trabajo tiene algo del devenir cotidiano. Porque Gómez Domínguez recuerda que «estudiaba Biológicas y después mis amigos iban encontrando algún trabajo y yo no. Al final, aparecí en el mundo este de los libros y no se me daba mal. Y un día salí al ruedo y me quedé en el ruedo», dice.

En cualquier caso, ha hecho historia literaria. Antes y después al frente de Alejandría. Una vida de libro de la que León debería presumir.

La temática leonesa está más que presente en la librería Alejandría. DL

Gómez y, al fondo, Ángeles Fernández, en los inicios, 2003. M. C. SANTOS

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