Diario de León

La Casa de las Carnicerías acoge una exposición de históricas láminas murales bajo el expresivo título «La Era del Bien y del Mal»

El viejo catecismo, en imágenes

«La resurrección de la carne» y «Amén», dos de las láminas expuestas en la exposición

«La resurrección de la carne» y «Amén», dos de las láminas expuestas en la exposición

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M. C. SANTOS - LEÓN.
León

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El concepto religioso del primer cuarto del pasado siglo XX en España está luminosamente representado en la colección de grandes láminas murales que pueden verse en la exposición titulada La Era del Bien y del Mal, que estos días puede admirarse en la sala de exposiciones de la Casa de las Carnicerías de Caja España, situada en la plaza de San Martín, en pleno Barrio Húmedo. Estas grandes ilustraciones, de torpe realización artística, pero de indudable efecto didáctico y divulgativo, significaron en su momento toda una revolución en la forma de enseñar el catecismo a las masas. Hasta ese tiempo los catecismos al uso contenían muy escasos lujos tipográficos y la difusión de la religión católica contaba, además, con el tremendo inconveniente del alto grado de analfabetismo que por aquellas fechas reinaba en el país. Con este nuevo procedimiento, basado absolutamente en las imágenes, los misioneros de entonces podían ilustrar perfectamente la dialéctica de sus sermones, a la vez que amenizaban sus áridas peroratas con unas visiones de gran efectismo teatral. La colección que ahora se puede ver en la sala de la plaza de San Martín, ha sido recopilada por Modesto Martín y Luis Resines, y en ella se puede estudiar perfectamente la evolución de este arte menor que terminó, estéticamente, con la aparición de las transparencias y de otros medios audiovisuales que lo hicieron totalmente obsoleto. También, en el sentido doctrinal, la celebración del Concilio Vaticano II y la rápida evolución cultural de la humanidad en el pasado siglo supuso el fin de este medio de expresión que, al igual que en la Edad Media y otras épocas, el arte se ponía al servicio de la religión para infundir temor, mover a la piedad y tocar la fibra sensible del mayor número posible de fieles. Comenta Luis Resines, uno de los coleccionistas que han hecho posible esta muestra: «contemplar hoy estas láminas es recrear una época, saborear y examinar sus planteamientos, disfrutar de la emoción estética y religiosa que trataban de suscitar. A la vez, dan la oportunidad de valorar con serenidad los cambios operados en la catequesis desde hace un siglo. Pero estas láminas, y la concepción religiosa y teológica que las sustenta, son el terreno sobre el que se ha construido una concepción religiosa nueva. De ahí que valga la pena mirarla con ternura, con ingenuidad, con añoranza». El auténtico protagonista de las láminas es el Demonio, Lucifer, que se esconde, según las teorías de la época, tras todas las esquinas y siempre estaba al acecho para llevar a su llameante Infierno las almas de los incautos y perniciosos pecadores que transitaban por la vida de forma inconscientemente abominable. Sesenta y cinco láminas murales, llenas de color y dramatismo religioso, conforman la exposición que podrá verse hasta el día 29 del presente mes de enero.

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