Manual de olvidos

«¿Dónde está el oso catador de mieles/ que con felpudas manos acaricia?/ ¿Dónde el lobo feroz, el sanguinario/ devorador de abuelas nada tiernas?/ ¿Por qué nos cuentan cuentos, si de niños/ nos pusieron de pie sobre un asfalto/ rectilíneo y seguro, vigilado,/ y avanzamos sin miedo desde entonces?» (...) «Y ahora ya lo veis, no hay pecado;/ los límites son blandos, no hay esquinas;/ ya todo es autopista, no hay camino». Así, y de otras múltiples formas, son los versos de Juan Ignacio Ferreras. Aluden a los más diversos ámbitos de la vida humana, desde su aparente superficialidad hasta sus sótanos inseguros, desde la cotidiana percepción de las cosas mundanas hasta las grandes pasiones que todo lo desarbolan. Palabras, versos, que se presentan ante el lector, todos, vestidos con el rígido traje del soneto, ese corsé que impide que la imaginación se desboque, como tantas veces le sucede al creador a la hora de enfrentarse al folio en blanco. Dominando con absoluta rotundidez esta herramienta, Juan Ignacio Ferreras sobrecoge la experiencia del lector con lúcidas apreciaciones y sorprendentes descubrimientos que pulsan las fibras internas de quien pasea la vista por las palabras y las líneas hallando un clarificador, importante, mensaje de humanidad. Pero además, funciona en favor de la obra de este «africano de las montañas de León» el hecho de que jamás pasó por su pensamiento el hecho de sacar a la luz esta amplia serie de sus versos, elaborados desde el año 1983 al 2002. «Son demasiado personales», dice Ferreras. Y con ello nos quiere decir eso mismo, que han sido «sangrados y sufridos» por él mismo. Y que, por tanto, de un parto tan doloroso y propio, tanta carne de su carne, «es imposible hablar ni decir nada». Es necesario, pues, dejar al lector que se sumerja en ellos y que saque sus propias conclusiones, si ése es su deseo. También, el hecho de haber elegido el soneto, modalidad que Ferreras lleva ejercitando con fruición desde niño, y elemento «que elimina toda retórica», hace que las joyas presentes en este Manual de olvidos se presenten destiladas, sublimadas, puras, producidas una a una en medio de la privacidad más íntima. Precisamente por el hecho de que el autor las fabricara sólo para sí y movido quizás de la propia necesidad de hacerlas reales, y no impulsado por ningún otro objetivo, los poemas presentes en esta obra son realmente valiosos. Las gracias hay que dárselas a la editorial leonesa Lobo Sapiens, que en los últimos tiempos está sacando a la luz textos de gran interés pertenecientes, especialmente, a autores del Viejo Reino. Justamente como Ferreras, profesor y doctor por la Sorbona de París y la Complutense, quien es poseedor de un admirable conjunto publicado de obra en prosa e investigativa, además de poética; pero que ha mantenido celosamente ocultos estos «olvidos» bellos y sobre todo, tremendamente sinceros.