Diario de León

Andrés Trapiello presentó ayer en León «Los amigos del crimen perfecto»

«La venganza es ambigua, humana y poco recomendable»

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Emilio Gancedo - LEÓN.
León

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El escritor leonés Andrés Trapiello protagonizó ayer la jornada cultural de la ciudad con la presentación que hizo, en el Ayuntamiento de la ciudad, de Los amigos del crimen perfecto, la novela que le valió el último Premio Nadal. Sobre todo fue un acto familiar, de una intimidad algo doméstica, una vuelta al terruño, un «regreso del hijo pródigo», como expresó el propio creador. La relación con su tierra natal fue, como no podía ser de otro modo, un tema importante en su presentación de ayer. «Mi relación con León es intensa por los libros», dijo Trapiello, refiriéndose a esa capacidad del escritor toriense de convertir en materia literaria la materia del recuerdo y de la vida por él vivida, de sus infancias y experiencias. Pero «quizá he sido el escritor más secreto que ha tenido León». Y explica la idea: «En 25 ó 30 años, ésta es sólamente la segunda manifestación pública que he hecho». Su condición de escritor solitario y «de rincón», como dice, le ha convertido en uno de los más prolíficos literatos españoles del panorama actual, pero al mismo tiempo, y paradójicamente, en uno de los menos conocidos por el gran público. Además, mientras en Madrid sus libros eran tratados especialmente bien por la crítica y razonablemente bien por el público, León era de los sitios «donde menos ejemplares vendía». Continúa Trapiello: «Si no hubiera ganado el Nadal, esta convocatoria pública no se habría producido», dijo, refiriéndose a la presentación anterior de la obra para los medios de comunicación. No obstante, la reconciliación es ya un hecho y el leonés confió en que el «idilio» entre el hijo y su «tierra materna leonesa» dure «para mucho tiempo». Pero el contenido y los rasgos esenciales de Los amigos del crimen perfecto era el tema del día, y el escritor habló de la génesis del libro y las intenciones del mismo. «La novela empieza de una manera -comentó- y termina de otra distinta». En principio, como explicó, se trataba de un homenaje a las novelas de caballerías de las que habla Cervantes y a las obras policiacas actuales de serie B; dos tipos de producciones literarias, que, en el fondo, y como expresó el escritor, «son lo mismo». Pero la cosa fue variando y de ese homenaje a la literatura de evasión y divertimento fue pasando a una compleja estructura novelística en la que el trasfondo político y el alcance moral, histórico y social de la obra adquiere un gran protagonismo. ¿Pero, de qué va el libro? Pues, en esencia, de un grupo de amigos que llevan más de 15 años hablando del «crimen perfecto», y que, de pronto, el azar les coloca precisamente ante uno de ellos. Por lo tanto, la novela «tiene mucho de entretenimiento y amenidad -cree su autor- pero también hay reflexión y enseñanzas». El encuentro de Andrés Trapiello con un antiguo policía que acabó con la vida de dos maquis por unos delitos que no habían cometido hizo variar el rumbo de la obra y abrirse hacia el mundo ético y personal del crimen que queda impune. ¿Qué pasa cuando la justicia no comparece? Ésa es una de las preguntas que se hace Trapiello en Los amigos... y que mueve mucho del engranaje de la novela. Además, esta idea entronca muy bien, dijo, con la apertura de fosas de la Guerra Civil, «como está sucediendo actualmente en León». A este respecto, manifestó su opinión de que, después de sesenta años de transcurrida la guerra, aún hay heridas que no se han cerrado, «quizá porque dolían demasiado» y señaló que es necesario airearlas para que no se gangrenen y cicatricen, para que los muertes y familiares «recuperen la dignidad y se haga justicia». Una necesidad de la sociedad española que no cree que ocasione más «venganzas» (sentimiento que calificó de «ambiguo, humano y poco recomendable»), y que coincide con su deseo de crear «una nueva transición».

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