Diario de León

| Crítica | Belén Ordóñez |

Khachaturiam según Ordóñez

El sello DCyL edita un doble CD con la música para piano del compositor armenio, de la mano de la intérprete leonesa y con libreto del pintor leonés Manuel Jular

Carátula del disco que acaba de publicarse

Carátula del disco que acaba de publicarse

Publicado por
Miguel Ángel Nepomuceno
León

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Para la gran mayoría de aficionados a la música  el compositor armenio-soviético Aran Kachaturian era aquel autor que utilizó Kubrick en su ya mítica 2001 una Odisea del Espacio para dar vida a la danza de las esferas con un hermosísimo, melancólico y triste adagio del ballet Gayhané , una nana que envolvía musicalmente a la nave Discovery en su constante deambular por el espacio. Para otros Khachaturian sólo es el fascinante autor de una de las danzas más socorridas y denostadas en propinas de salón, música incidental o films como es la  brillante Danza del sable , del ballet anterior, una hilarante  página que el realizador Willy  Bilder incluyó en ese otro film modélico donde los haya titulado 1,2,3 ,  rodado en plena guerra fría y rompedor de todos los valores estéticos y culturales establecidos. Pero pocos saben que el armenio, aunque nacido en Georgia, Aran Khachaturian, además de escribir música para el celuloide por aquello de parecer afin a  las directrices del partido en una época en la que todos los músicos eran vigilados cuidadosamente, componía hacia las masas, una música natural y popular. Su posterior faceta como director simpatizante del régimen estanilista, aunque luego cambiara su mentalidad y fuera un exaltado detractor de la política soviética, especialmente cuando se encontraba en los EE.UU., le hicieron granjearse la antipatía del mundo occidental. Impulsor del nacionalismo a ultranza, así como un creador de una música exótica y temperamental caracterizada por la enorme variedad de ritmos que le valieron el sobrenombre del Glinka de Armenia, la música de Khachaturian es subyugante y fresca como el aire de su Georgia natal. Seis escogidas obras Estas y otras razones serían más que suficientes para dar la bienvenida a este doble álbum que el sello DCL acaba de sacar al mercado con seis escogidas obras para piano de casi una hora de duración, servidas por la pianista leonesa Belén Ordóñez Badiola. Un cuidado y sugerente álbum grabado sobre el Steinway del Auditorio de Caja España el pasado mes de junio como homenaje al centenario del compositor al que la pianista leonesa ha dedicado muchas horas de investigación y años de estudio y reflexión sobre los diferentes aspectos formales y estilísticos que conforman la obra pianística de este casi desconocido, al menos en España, compositor del siglo XX. Acompañado por un atractivo libreto en el que el pintor leonés Manuel Jular ha dejado su impronta con llamativo y colorista trazo, la pianista desglosa algunos aspectos personales de la vida y la obra del armenio al que le sigue un estudio técnico de cada una de las obras de que consta esta cuidada edición realizada por Pablo Vega para el sello Ruido. A la obra pianística de Khachaturian el estudioso puede aproximarse de muy variadas y sin duda atractivas maneras pero lo que ya es más difícil es que esa aproximación haga partícipe al oyente de una música hecha, la mayoría de las veces para la introspección, de la forma como lo consigue Belén Ordóñez. Intimista, comunicativa, desasosegada, divertida, juguetona, elegante y sincera, cada una de sus frases poseen rotundidad y conocimiento de lo que tal vez quiso expresar el autor pero que ahora, además, están tamizadas por el poso del estudio, la reflexión y los matices de una pianista que no se para en barras a la hora de emplear todos los recursos estilísticos y técnicos para conseguir que la masa sonora se desgaje y adquiera un lenguaje personal, vibrante y denso, otorgando a cada una de las obras de este doble CD ese sello peculiar que lo dignifica y engrandece. Hondura expresiva Empleando un pedal preciso, sin abusar de los fortes, tendencia habitual de los intérpretes khachatunianos actuales, la solista atrapa, en esa tocata deslumbrante, las notas por sorpresa y las va colocando, sin ornamentaciones, al borde mismo de la hondura expresiva. La Sonata, op.95 , ahora en su versión original, está inundada de melancolía, apareciendo de tarde en tarde un atisbo de esperanza que perfila el detalle y no pierde de vista la arquitectura del conjunto. La riqueza armónica, la frescura, el perenne lirismo que rezuma esta página los liba Belén con todo la fuerza de quien es consciente de que aquello es único. Los recitativos y fugas, tal vez lo menos logrado de este estupendo CD, no alcanzan el nivel de las restantes y permanecen en un discreto segundo plano, correctas pero sin llegar a entusiasmar. Contrastan sin embargo con la estupenda Sonatina ,  fiel reflejo de las configuraciones constantemente cambiantes de los estados de ánimo de su creador. Y cómo no ese soberbio Album infantil , hecho con trozos de sensibilidad, en el que la unidad idiomática permanece intacta mientras la solista se adentra con cada compás en deliciosas pinceladas rebosantes de lirismo.

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