Diario de León

Abonar el canon privaría a las instituciones de gastar 13,5 millones anuales en comprar libros

Las bibliotecas se movilizan contra el pago de los derechos de autor

Bibliotecarios y autores exigen al Gobierno que establezca excepciones a la directiva europea que contempla ese cobro

Autores y bibliotecarios defienden que el préstamo de libros no implica un menor número de ventas

Autores y bibliotecarios defienden que el préstamo de libros no implica un menor número de ventas

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Manu Mediavilla - madrid
León

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Con el apoyo inicial de más de cien escritores, las bibliotecas públicas han empezado a movilizarse contra la posible aplicación de un canon por el préstamo de libros incluido en una directiva europea de 1992; Bruselas ya ha dado un aviso a España. Se trata, alertan, de «un ataque contra la cultura» cuya cuantificación (las estimaciones rondan los 13,5 millones de euros anuales) extiende una sombra de auténtico desastre: esos casi 2.250 millones de las antiguas pesetas «se detraerían, no nos cabe duda, de los presupuestos de compra» de nuevas obras. Las voces de alarma confluirán el viernes 20 y el sábado 21 en Guadalajara, donde unas Jornadas contra el Préstamo de Pago en Bibliotecas permitirán escuchar a todas las partes afectadas (bibliotecarios, usuarios, Administración, editores, libreros y autores) y diseñar estrategias para frenar esa medida. Por lo pronto, los promotores de la campaña exigen al Gobierno que ejerza su capacidad, reconocida en la misma directiva, de establecer excepciones al canon «para determinadas categorías de entidades públicas». La discusión permanece abierta sobre si tal excepcionalidad puede ser general, como defienden los opositores al canon, o no, como sugiere la referencia a «determinadas categorías». Para reforzar su argumentación, aquéllos recuerdan que Francia ha dejado exentas de pago a todas las bibliotecas escolares, y subrayan que en el caso español «bastaría con prolongar la excepcionalidad invocada por la Ley de Propiedad Intelectual», que no sólo alcanza a las bibliotecas de titularidad pública, sino también a las pertenecientes a entidades sin ánimo de lucro y a instituciones del sistema educativo. El MEC se esconde En tiempos de «discreción preelectoral», el Ministerio de Educación, Cultura y Deportes se limita a adelantar su propósito de «mantener encuentros con las comunidades autónomas», que tienen transferida la gestión de todas las bibliotecas públicas menos la nacional, «para buscar una solución». La única fecha es un indeterminado «próximamente», y de la reunión o reuniones «no hay un formato establecido». Tan difusa cercanía del proceso de consulta y decisión ha servido de disculpa al ministerio para esquivar la invitación de Blanca Calvo, directora de la Biblioteca Pública de Guadalajara y anfitriona de las Jornadas de la semana próxima, a presentar allí «la voz del ministerio». No faltarán, sin embargo, voces ni razones en la capital alcarreña, que será caja de resonancia de los argumentos contra el préstamo de pago. El manifiesto firmado por escritores como Juan Marsé, Gustavo Martín Garzo, Lourdes Ortiz, Rosa Regás o Andrés Trapiello recuerda, por ejemplo, que «cuando una biblioteca compra un libro, no sólo abona los correspondientes derechos de autor, sino que además invierte espacio, tiempo y recursos en catalogar, preparar para el préstamo y almacenar ese libro, convirtiéndose, de este modo, en la mejor aliada de autores y editores». En las librerías, añaden por su parte los bibliotecarios, las obras «no duran más de seis meses, porque resulta muy caro almacenarlas, pero las bibliotecas las guardan durante años, garantizando a los autores el acceso permanente a sus obras». Además, apostillan, «son escaparates enormes» para los creadores, que gracias a ello «son conocidos y venden». Intereses ocultos «Muchos autores ni se están enterando», se lamenta Blanca Calvo, que ve detrás del canon por prestar libros a «los grandes intereses editoriales y de las entidades de gestión de derechos de autor», empeñadas en ganar esa asignatura recaudatoria pendiente. En realidad, advierten los bibliotecarios, los escritores corren el riesgo de tirar piedras a su propio tejado. Como remarca Ramón Salaberría, que en Guadalajara dibujará junto a Alicia Girón el retrato del problema, «el derecho de autor es ante todo el derecho a ser leído», y «si los autores tienen pasado, y futuro, es por las bibliotecas, no por la inmensa mayoría de las actuales librerías», convertidas cada vez más en «abarrotada mesa de novedades». Por no hablar, remacha Calvo, de las localidades pequeñas donde «no hay librería ni la habrá nunca». Allí sólo queda hueco para una humilde biblioteca. O para que llegue algún paquete de libros (como llegan a prisiones, hospitales, psiquiátricos, centros educativos, mercados) enviado, cuando no llevado en mano, por animosos bibliotecarios decididos a llenar de significado los clubes de lectura. Es otra forma de pago a los autores: tras disfrutar de la obra prestada, mucha gente la compra para regalarla a otra persona. «El trabajo que realizan las bibliotecas es el mejor aliado de los autores y de los editores» ANDRÉS TRAPIELLO En el manifiesto de varios autores

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