Diario de León

Los primeros espectadores pertenecen a alguna confesión cristiana

«La pasión» de Gibson abre un «cisma» entre católicos y judíos

Una iglesia de Denver amaneció con un cartel que acusaba a los judíos de matar a Cristo

Grupos de manifestantes protestan en Nueva York contra la película

Grupos de manifestantes protestan en Nueva York contra la película

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Bárbara Celis D'Amico - corresponsal |nueva york
León

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Fue una auténtica peregrinación. Cuando el miércoles de ceniza 2.800 cines norteamericanos abrieron sus puertas para mostrar por primera vez La pasión , de Mel Gibson, hordas de personas abarrotaron las salas, a las que llegaron, en muchos casos, con la cruz marcada sobre sus frentes. Era el símbolo inequívoco de los orígenes católicos de muchos espectadores que habían acudido al ritual eclesiástico del miércoles de ceniza antes de ancaminarse hacia una «experiencia nueva y diferente». «No se trata de ver una película, se trata de que te cambie la vida, así fue para mí», afirmaba en The New York Times Tara Kelly, miembro de la Contact Church of Christ de Tulsa. Como ella, la mayoría de los espectadores que acudieron a las primeras proyecciones de la película más polémica de los últimos años, profesan alguna de las confesiones del cristianismo. Iglesias de todo el país habrían alquilado salas enteras para que sus feligreses pudieran ver cuanto antes un filme al que se ha acusado de potenciar el antisemitismo por su forma de retratar a los judíos. Pese a las advertencias de diversos líderes cristianos para evitar esas acusaciones, la iglesia Pentecostal de Denver amanecía con un cartel gigante que rezaba: «Los judíos mataron a Cristo». Los líderes religiosos judíos acusan a Gibson de que en su película se les culpa de la crucifixión, pese a que la iglesia católica los eximió oficialmente de culpa en 1962. Para los críticos de cine, que por fin han podido ver la película tras meses de secretismo en trono a ella, el principal problema del filme no sería en absoluto el antisemitismo, sino el exceso de violencia. En palabras del respetado David Denby, de la revista New Yorker, «la película nacida de las obsesiones personales de Gibson es un viaje de muerte enfermizo, una encarnizada procesión de perfidia, latigazos, sangare y agonía». El «taquillazo» La película, centrada en las últimas doce horas de vida de Jesús de Nazaret, puede llegar a alcanzar una recaudación próxima a los veinte millones de dólares en su jornada de estreno. Los primeros cálculos sobre la polémica película de Mel Gibson, un católico tradicionalista, apuntan que consiguió unos siete millones de dólares en sesiones matinales en Estados Unidos y Canadá, países en los que se estrenó el miércoles de ceniza. De acuerdo con medios próximos a la productora, en las salas de cine de aquellas ciudades donde los hispanos tiene una gran presencia como Los Ángeles, Nueva York, Chicago, Miami, San Francisco, Dallas y San Antonio han registrado llenos completos en muchas de sus funciones. La película, que según Gibson es una versión literal de los evangelios, se estrenó con un total de 4.000 copias en más de 2.800 cines por todo el país. Una distribución aplastante para una cinta descrita como la más pura obra independiente, al haber financiado Gibson, de su bolsillo, los 30 millones de dólares de presupuesto.

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