Diario de León

«La figura de Virginia Woolf se ha comido a la gran escritora que fue»

Isabel Serrano y la codirectora de Femenino y Plural, Marta Sofía López

Isabel Serrano y la codirectora de Femenino y Plural, Marta Sofía López

León

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La escritora feminista Virginia Woolf vio claro a principios del siglo XX que dedicarse a la literatura no era sólo cuestión de talento. Se requieren unas condiciones materiales que, en su tiempo, estaban negadas a la mujer, como indepedencia económica y un espacio propio. Esta es la base argumental de las conferencias recogidas en el ensayo Un cuarto propio ( A room of one's own , 1929), uno de los primeros ensayos sobre mujeres y literatura, que, en un recorrido «muy ameno por el sistema cultural, político y social británico», recoge todos los cambios que van a suponer el siglo XX , explicó ayer en León la profesora de la Universidad de Oviedo Isabel Serrano en la apertura de las tertulias Femenino y Plural, que inauguraron previamente Antonio Maya, del vicerrectorado de Extensión Universitaria, la presidenta de la Asociación Clara Campoamor y concejala socialista Teresa Gutiérrez, y la codirectora del curso, Imelda Martín. Isabel Serrano señaló que a pesar del reconocimiento como escritora que tuvo Virginia Woolf en su tiempo «se la lee menos de lo que se la conoce como figura». El predominio de su imagen y de aspectos biográficos como su suicidio («a pesar de que vivió muchos años y los utilizó muy bien») ha llevado -añadió- a que la «figura se ha comido a la gran escritora que fue». Incluso hoy en día «se sigue infravalorando la obra de Virginia Woolf» y hasta el feminismo ha tenido una relación ambivalente con ella en diferentes épocas. Un cuarto propio comienza con una visita a la Universidad de Oxford donde comprueba que espacios como la biblioteca y el césped están vetados a las mujeres y a partir de ahí inicia su reflexión sobre cómo puede ser la relación de una mujer con la literatura. En el Museo Británico sólo encuentra «unas pocas reinas y las limitaciones de la mujer, desde verse obligada a casarse a la potestad que tenían los maridos de pegarlas sin reparos...» En otro capítulo se imagina una hermana para Shakespeare de su mismo talento e intenta dilucidar cómo se introduciría en el mundo del teatro. «En realidad no habría podido salir de su pueblo y de haber salido, no la habrían dejado entrar al teatro porque las mujeres no podrían ser ni actrices», señaló la profesora asturiana.

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